A nivel mundial, especialmente Europa y Estados Unidos se encuentran con los niveles más altos de desempleo de la época moderna. En España uno de cada cuatro trabajadores se encuentra desempleado y si se analizan las tasas en las personas más jóvenes, el índice de desempleo se eleva hasta rayar el 40%, gravísimo problema que solo se ha logrado paliar política y socialmente porque dentro de los programas sociales existe el pago por desempleo, el cual incluso se ha prorrogado para así evitar un cataclismo social.
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En Estados Unidos, el principal problema que enfrentó electoralmente en la reciente reelección el presidente Barack Obama fue la desaceleración de la economía, en especial la pérdida de plazas de trabajo. Nuevamente, en ese país existe el seguro de desempleo, el cual han gozado millones de millones de hombres y mujeres, quienes en muchos casos reciben adicionalmente programas gratuitos de alimentos y de salud.
En Guatemala y a pesar de los programas de campaña, el gobierno que presidía Álvaro Colom y el que presiden Otto Pérez Molina y Roxana Baldetti, como presidente y vicepresidenta respectivamente, han sido un fracaso en la creación de empleo, al punto que la última Encuesta Nacional de Empleo e Ingresos (ENEI 2012) indica que el 74.5% de los empleados en el país laboran en la economía informal; es decir, no tienen un sueldo asegurado, no tienen prestaciones laborales, léase Aguinaldo, Bono 14, vacaciones e indemnización y sus ingresos son indeterminados por cuanto varían según la actividad informal a la que se dediquen.
De 6.2 millones de Población Económicamente Activa, PEA, 4.7 millones son trabajadores informales; es decir, menos de 1.5 millones trabaja en un puesto estable y formal de los cuales por lo menos medio millón trabajan en la maquila, lo que significa que reciben el más bajo salario mínimo existente en el país, beneficiando a un reducido grupo de empresarios nacionales y extranjeros, donde históricamente se han encontrado el Ministro de Economía, Sergio de la Torre y el anterior presidente Álvaro Colom, quien incluso, según consta en los registros del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social, no pagó las contribuciones ni como patrono ni las que recaudó como empleador.
Cómo se pretende que Guatemala progrese si dos terceras partes de su población activa subsisten en la economía informal. Será creíble que se reducirá la pobreza, la extrema pobreza, la desnutrición infantil y que la clase media aumentará para algún día llegar a ser como Colombia, Perú, Chile, Argentina, Brasil, México o Costa Rica. Qué contraste el que existe en el ingreso per cápita, un conocido grupo de descendientes españoles puede comprar el 40% de una empresa de teléfonos como una de sus muchas multi-inversiones y no sólo compraron en Guatemala, también en El Salvador, Nicaragua y Panamá y esa es una de sus inversiones. La pregunta que surge nuevamente es si pagan los impuestos que legalmente están obligados a pagar o si continúan evadiendo sin importarles socialmente Guatemala.
Cuando un funcionario público asume está en la obligación de declarar su patrimonio, también debe hacerlo al concluir su mandato. Por qué no se convierte, como lo planteara en alguna época Estados Unidos, en obligatorio la declaración patrimonial para todos los guatemaltecos, especialmente los empresarios, que si son correctos y honrados no tienen por qué objetar que se sepa lo lícito de su actividad empresarial y del pago de impuestos. ¡Jo, jo, jo!
¡Guatemala es primero!