Cuando uno ve el caso que en los presentes días empieza el derroche, en proximidades de Navidad y Año Nuevo, esto mismo pone en qué pensar. El encandilamiento en los ánimos dista de hacer la reflexión debida a las personas que en su mayoría pertenece a la clase media y sus variantes.
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En pocas palabras se generan actitudes compulsivas de cara a gastar, gastar y gastar sin medida, como si viviera sólo el hoy, ajenos o muy poco pensando en el mañana. Tampoco significa que tildemos tal situación, en vista que cada quien es muy libre de enrolarse con ganas de consumismo, que para ellos tienen derechos.
El ambiente colmado de casos y cosas, a la postre llamativas, fruto de una creatividad especial orientada a inducir, como quiera que sea a la compra, prevalece. Es dominante, capaz de adueñarse del plural gusto y apetencia a la adquisición de todo al alcance de sus recursos holgados, no hay duda.
Para muestra un botón. Centros comerciales devenidos de la transculturación hasta en su infraestructura física. Cafeterías y pastelerías donde degustar manjares. Comida rápida en general y juegos con dedicatoria al mundo infantil atraen de inmediato a complacer en unión de los suyos al clan familiar.
La industria y el comercio aliados hasta que la muerte los separe, conforman la oferta especial de una ocasión anticipada a las festividades aludidas. Hace largos años tuvo inicio esta tendencia de anticipar más de la cuenta las festividades en mención. Políticas empresariales, mercadeo en aceleración con auxilio de la publicidad.
Opiniones en discrepancia a la nuestra puntualizan las necesidades e intereses merecedores de apología y reacciones en su favor. Que los tiempos cambian, nadie discute, pues es inevitable; no así cuando el cambio apareja destrucción de valores humanos, hoy en día en picada.
En conjunto se vive un aparente entorno a imitación de las Mil una Noches, mediante el concurso de elementos ad hoc, en compañía de luminarias a granel. Llevan rumbo a utilizar la psicología como punto de apoyo, y para tal finalidad disponen actualmente de materiales diversos.
Los establecimientos comerciales, admiradores de su par en el exterior son en la práctica tomados por asalto por la clientela dispuesta a todo. En los mismos, por lo visto, no hay donde tirar una aguja. Deben esperar turno los consumidores, mientras tanto comen ansias, está demostrado.
Una vez más queda de manifiesto el caso invariable que existe y existiera en el país una gran diferencia, tipo abismal entre ricos y pobres. Que en el transcurso del tiempo se agiganta y multiplica, cuyos resultados no se pueden ocultar jamás, tampoco existe solución cortoplacista.
En tanto el derroche empieza para algunas personas con holgura económica, aquí y allá en el marco capitalino como extendido al exterior o sitios nacionales para fines de distracción. Al revés, los segmentos de abajo pasan las de Caín, en medio de privaciones de toda naturaleza.
Respecto al derroche en momentos de inicio a todo vapor, convine subrayar cómo la actitud mostrada por gente con medios económicos no repara en que de cualquier manera vienen días difíciles. De cualquier modo tienen que enfrentar el inicio ciclo escolar con su secuela de gastos mayores, pese a tener la billetera repleta.