Empezó a sonar la orquesta


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Seguramente el estimado lector habrá llegado minutos antes de que empiece el concierto de una orquesta, así­ habrá podido escuchar al saxofonista produciendo de su instrumento las primeras notas musicales de afinación, de igual manera al violinista, al cellista, al clarinetista y hasta quien toca los timbales afanosamente hasta lograr el adecuado de su instrumento. Pues algo así­ han sido en Guatemala las semanas previas a la actual, con un gobierno y partido oficial decidido a culminar la obra que empezó a montar el 14 de febrero de 2008, aún sabiendo que la candidatura impulsada para las siguientes elecciones era absolutamente ilegal.

Francisco Cáceres Barrios
fracaceres@lahora.com.gt

 


Algunas notas habí­amos escuchado antes, haciendo mucho ruido en el Tribunal Supremo Electoral, algo similar en la Corte Suprema de Justicia y luego en la Corte de Constitucionalidad bajo la misma consigna de que la precandidata tiene derecho como cualquier otro ciudadano a votar y ser electa. El cúmulo de sonidos producidos por los instrumentos ha ido in crescendo. El domingo pasado, hubo más derroche dinerario al tener que recurrir al acarreo de gente forzada por la entrega de la Bolsa Solidaria, porque la aspirante no ha tenido el arrastre ni carisma suficiente para llenar una cuadra, no digamos a lo largo y ancho la Plaza Central. El exmarido ha estado cumpliendo su parte encomendada. Ha puesto a los empleados públicos con los pelos de punta anunciando recortes drásticos presupuestarios y algunas consecuencias ya se han hecho notar con el desabastecimiento de medicinas o mantener las carreteras en pésimas condiciones, acompañado del ataque despiadado a los diputados señalándolos que por su culpa nuestro paí­s se está cayendo en pedazos.

    Aunque ya empezó a sonar la orquesta, hay que resaltar que falta escuchar el crescendo, el allegro animado y el final majestuoso, lo que seguramente necesitará del refuerzo de comparsas que ya antes han actuado de manera magistral y oportuna cuando ha sido necesario, desde un servil “maestro” Joviel, hasta el internacional Insulza si fuere necesario. De esa cuenta, todaví­a falta sufrir y presenciar los paros, las huelgas, las interrupciones de servicios vitales o el abandono de puestos clave. Claro que no van ser  simples acarreos de gente con carteles o banderolas, sino ingratos bloqueos para causar todaví­a más daños para que con todo el dramatismo indispensable se logre el éxito de su obra, sea conmoviendo el corazón de los jueces y los sentimientos de quienes no tienen más que una inmensa pobreza, causa suficiente hasta motivar  hacer hasta lo imposible, aún sabiendo la falsedad de las promesas.

       Preparémonos pues para sufrir todos los opositores a lo ilegal a una presión sin lí­mites, desde la suspensión de labores de dependencias completas aunque se siga manteniendo intocable la enorme burocracia presidencial, como tantos derroches más. La idea es solo una, demostrar la invalidez del refrán que dice: “el  fin no justifica los medios”.