Empecemos otra vez


César Guzmán
cesarguzman@yahoo.com

Una fuerte tormenta destruyó las plantas de maí­z de dos sembrados.

Los dos campesinos se encontraron en la plaza del pueblo poco tiempo después. Uno de ellos se quejaba de la gran desgracia que les habí­a ocurrido. El otro le preguntó el por qué de sus lamentos.

-Hombre, pues me hace gracia tu pregunta. ¿No te ha preocupado a ti el que la tormenta destruyera toda tu milpa?-

-Pues no, no me ha preocupado.-

-Pero, ¿cómo que no? ¿Es acaso que no te importó quedarte sin cosecha?-

-Lo que sucede es que aún no he tenido tiempo para lamentar lo que pasó.-

-No te entiendo en absoluto.-

-Ven y lo comprenderás.-

Y lo llevó a su campo donde le mostró una verdadera extensión de hermosas plantas de maí­z ya bastante crecidas.

-¿Ves por qué no he tenido tiempo de lamentar la tormenta?- Lo he gastado sembrando de nuevo lo que perdí­. ¿Qué habrí­a ganado con lamentarlo? ¿Qué has ganado tú?

Que las adversidades nos sirvan para estimular

nuestro avance, no para retroceder.