Empañar la acción social


Estamos absolutamente convencidos de que los programas de Cohesión Social no sólo son positivos sino que deben mejorarse, para que la inversión que se hace en el combate a la pobreza se pueda traducir en la generación de actividad económica productiva y en ese sentido sostenemos que debieran promoverse cooperativas en los poblados donde se está volcando la ayuda. En otras palabras, nadie puede dudar de nuestro compromiso en ese sentido y de nuestra convicción de que el Estado tiene un papel que jugar en la asistencia a los ciudadanos históricamente marginados.


Sin embargo, la pieza clave para la subsistencia y éxito de esos programas es la transparencia porque de lo contrario se vuelven programas que fomentan la corrupción y que se orientan al clientelismo polí­tico que persigue la manipulación de la pobreza en vez de su combate. Por ello nos parece absolutamente inexplicable, si es que realmente quieren consolidarlos, ese empeño tenaz en el secreto, en el ocultamiento de datos y la búsqueda de subterfugios para impedir que la transparencia aflore. Si el tiempo que están destinando a encontrar sofisticados métodos para ocultar la información, como la de utilizar a Banrural con todo y su desprestigio, para canalizar los fondos mediante fideicomisos que sirven para apañar corrupción, lo usaran para mejorar Cohesión Social, seguramente que Guatemala tendrí­a el mejor de los modelos de todo el mundo porque se ve que le dedican tiempo y pensamiento al tema, pero lamentablemente sólo para ocultar la información y no para mejorar los programas. Cualquiera que en verdad piense en el combate a la pobreza como una apuesta nacional de futuro, tendrí­a que mostrar el mayor esfuerzo en transparentarla para que nadie tenga la menor duda no sólo de las intenciones, sino del objetivo del esfuerzo. No se trata de encontrarle patas a las culebras, sino de usar la razón para entender lo que está ocurriendo y en el mejor de los casos hay que pensar en la utilización de los recursos públicos para fines polí­ticos, pero no se puede descartar en nuestro paí­s el espectro terrible de la corrupción que ha sido permanente y constante en todos los gobiernos. Da pena, en verdad, que cuando por vez primera se destinan recursos públicos al combate a la pobreza y a la atención a los guatemaltecos más pobres promoviendo la educación de los niños, el esfuerzo pueda verse comprometido por la insensata terquedad que antepone el secreto sin verdadera razón de peso porque en otros paí­ses todo funciona a la luz pública y sin problemas, lo que sirve para evidenciar que aquí­ ese empeño tenaz tiene un trasfondo inexplicable.