El presidente estadounidense George W. Bush elogió hoy en Pekín las cada vez mejores relaciones entre Estados Unidos y China, al tiempo que instó a las autoridades del país asiático a tolerar una mayor libertad de expresión y de culto.
En un discurso pronunciado en el acto de inauguración de la nueva embajada norteamericana en Pekín, coincidiendo con su presencia para asistir a la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos, Bush afirmó que China y Estados Unidos han desarrollado fuertes vínculos basados en «el respeto y la confianza».
El dirigente, que negó que quisiera politizar el acontecimiento deportivo, puso de relieve la cooperación sino-norteamericana en temas importantes como el programa nuclear norcoreano.
Al mismo tiempo, Bush pidió más apertura al régimen chino.
«Creemos firmemente que las sociedades que permiten la libertad de expresión de ideas tienden a ser más prósperas y más pacíficas», explicó en el primer día de una visita de cuatro días a China, punto final de su última gira por Asia.
«Continuaremos siendo francos sobre nuestras responsabilidades (…), francos sobre nuestra convicción de que todos deberían ser libres para decir lo que piensan y para practicar la religión que quieran», aseguró.
Ayer, el gobierno chino se mostró «firmemente» opuesto a toda injerencia en sus asuntos internos, después de que Bush expresara en Tailandia sus «profunda inquietud» por la situación de las libertades en China.
El presidente estadounidense también manifestó la firme oposición de Estados Unidos a la encarcelación de disidentes, de defensores de los derechos humanos y de militantes religiosos.
Sin duda, ese fue el mensaje más firme y claro sobre la situación de las libertades en China lanzado por Bush en los últimos meses.
La importancia de las palabras de hoy es que fueron pronunciadas en suelo chino, a escasas horas del inicio de los Juegos Olímpicos y en presencia de altos representantes chinos, entre ellos el miembro del gabinete encargado de las relaciones diplomáticas, Dai Bingguo.
Con estas declaraciones, Bush parece haber querido responder a aquellos que ponían en duda que fuera capaz de repetir en China las críticas realizadas ayer en la vecina Tailandia.
Desde hace meses, Bush está atrapado entre dos fuegos: por un lado, las demandas de los defensores de los derechos humanos para que use la enorme repercusión mediática de los Juegos y envíe un mensaje enérgico a los dirigentes chinos, y por otro las llamadas de éstos a no politizar la cita olímpica.
El presidente estadounidense se entrevistará mañana con su homólogo chino Hu Jintao y el domingo asistirá al partido de baloncesto entre China y Estados Unidos.
Bush participará también en un oficio en un templo protestante, donde hará una declaración sobre la libertad religiosa. Le acompañan en esta visita su padre, su hermana, su hermano y una de sus hijas.