Es impresionante cómo se buscan vericuetos para darle vueltas a las cosas y complicar lo que es elemental y sencillo. Si el Ministro de Finanzas interrumpió su interpelación presentando una renuncia que luego no fue aceptada, no hay que ser genio para entender que en el momento en que se rechazó su renuncia, todo vuelve al estado en que se encontraba antes de que él la presentara, por lo que la interpelación no puede sino continuar donde se quedó.
Hay que ser medio ignorantes para no entender lo que es fundamental, sencillo y claro. Consultar a la Corte de Constitucionalidad por ese asunto demuestra la clase de dirigentes que tenemos representando a la población en el Congreso de la República, puesto que cualquier ignorante entendería, sin mucho trámite ni grandes pensadas, que el efecto directo de la decisión del Presidente al no aceptar la renuncia del Ministro y de éste al no hacerla irrevocable, es que si continúa en su puesto nada cambia, nada se altera.
El Congreso ha perdido valioso tiempo por una discusión estéril y sin sentido, cuando más fácil y sencillo hubiera sido permitir que terminara la interpelación de los diputados de la bancada Lider, expeditando de esa manera el trámite de los asuntos que tiene que conocer el Organismo Legislativo. Ya se sabe que la interpelación es, de todos modos, una pérdida de tiempo, pero se ha vuelto mucho más dañino el tiempo que se pierde en discutir si sigue o se suspende que lo que hubiera tomado responder a las preguntas, con o sin sentido, de los interpelantes.
La no aceptación de la renuncia al ministro Centeno lo que hace es dejar las cosas en el estado en que se encontraban cuando él tomó la decisión de no asistir más al Congreso y mejor renunciar al cargo. Al margen de si tenía o no razones para hacerlo y de si su responsabilidad como funcionario le obligaba a continuar aunque fuera torpe o improcedente la interpelación, no cabe la menor duda de lo que debió hacerse después y ahí hay una malévola interpretación que pretende acabar con un procedimiento que se interrumpió por un supuesto que nunca llegó a concretarse, como era el del retiro del titular de la cartera. Obviamente si alguien deja de ser ministro no tiene por qué responder a interrogatorios y eso es tan claro como que si resulta que la renuncia no se concreta, haya sido o no maniobra o payasada, tiene la obligación de continuar respondiendo al interrogatorio.
Y que la Corte de Constitucionalidad no haya dado una simple respuesta a la pregunta, no demuestra sino lo difícil que es vivir conforme a derecho en nuestro país.
Minutero:
Regular la interpelación
es un proceso obligado
para que no se use esa acción
cual patada de ahogado