ELEGIDO PARA LA GLORIA


¡Qué alegrí­a la de estar vivo! Hoy le he abierto al sol de la felicidad las ventanas de mi alma, y a la corriente vivificante de la paz, las puertas de mi árido interior.


La luz de la Creación me invita a llenar mis manos y mi cuerpo de vigor productivo, y todas las horas del dí­a, de obras de amor, de progreso y de unión fraternal.

Con mi mente llena de ideales, emprendo de nuevo aquellos proyectos que se habí­an quedado dormidos; ahora ya no hay obstáculo que me impida continuar mi marcha arrolladora y victoriosa.

La tarea me espera, y la satisfacción del deber cumplido será mi mejor recompensa; la vida me reta para que alcance la gloria con esfuerzo e ilusión.

Por eso yo me declaro: ¡¡EL GRAN TRIUNFADOR!!