Los zimbabuenses irán a las urnas el sábado con la esperanza de salir de una crisis económica crónica que ha condenado a millones de ellos a la pobreza y desatado el éxodo de un tercio de la población.
Las elecciones presidenciales, legislativas y locales tendrán lugar en un contexto de inflación a cien mil %, y con al menos un 80% de la población viviendo por debajo del umbral de pobreza, mientras miles de adolescentes que abandonan la escuela engrosan las estadísticas de desempleo (80% de la población).
El presidente Robert Mugabe, de 84 años, que busca una sexta reelección consecutiva, se enfrentará en las urnas a su ex ministro de Finanzas Simba Makoni, al líder del Movimiento por el Cambio Democrático (MCD) Morgan Tsvangirai y a un independentista poco conocido, Langton Toungana.
Godfrey Kanyenze, economista jefe del Congreso de Sindicatos Comerciales de Zimbabwe (ZCTU), predijo tiempos aún más difíciles para el país si gana Mugabe.
«El estado de la economía está ligado a Bob (Mugabe). Si se va, la economía mejorará. Pero si se queda las cosas continuarán como están», dijo Kanyenze.
Antiguo anfitrión de varias compañías internacionales, el país ha sido abandonado por varias empresas que han cerrado o se han mudado a Estados vecinos.
Las firmas que se han quedado operan a una fracción de su capacidad mientras luchan por procurarse divisas extranjeras, que son escasas, para importar materiales y productos.
Se estima que tres millones de zimbabuenses han emigrado a países vecinos en busca de una mejor vida, así como a Europa y Australia.
David Mupamhadzi, economista del grupo de finanzas Zimbabwe Allied Banking Group, indicó que habrá que esperar al resultado de la elección para saber lo que el futuro depara al país.
«Los inversores han adoptado una actitud de espera a raíz de las elecciones, pero entre tanto la economía se desangra», dijo Mupamhadzi.
La economía, antaño vibrante y considerada como un modelo regional, es ahora sólo una sombra de lo que era hace 28 años, antes de que Zimbabwe alcanzara la independencia de Gran Bretaña.
Productos básicos como el azúcar y el aceite de cocina son escasos para una población que debe lidiar con la falta de agua y cortes de energía, así como con calles repletas de pozos y sin saneamiento.
En un esfuerzo por resucitar la economía, se espera que Mugabe lance un plan quinquenal llamado «Estrategia de Desarrollo Económico de Zimbabwe» si se mantiene el poder.
En el plan, el gobierno dice que el primer objetivo de la nueva política es «facilitar la creación de riqueza de base amplia que se oriente hacia la reducción de la pobreza y la integración de grupos de la población previamente marginados en la economía principal».
El gobierno de Mugabe lucha por controlar la inflación, y llegó a ordenar el retiro de ceros de las tarifas y a imponer un control de precios sobre los productos básicos, una medida que condujo a su vez a una escasez masiva en tiendas y supermercados.
Tsvangirai ha prometido reducir la brutal inflación, y propone la creación de un «Consejo de Desarrollo Económico de Zimbabwe» para hacer revivir la economía.
«El Consejo de Desarrollo de Zimbabwe recaudará 10 mil millones de dólares (6.500 millones de euros) para transformar la economía, recomenzar nuestras tiendas, granjas, comercios y hoteles para crear empleos», prometió.
Makoni, que dejó el puesto de ministro de Finanzas en 2002, antes de la caída libre de la economía, dijo que no poseía una varita mágica pero que quería «ayudar al pueblo de Zimbabue a dar la vuelta a la economía».
Makoni considera que reanudar los lazos con Occidente -que impuso sanciones luego de que Mugabe supuestamente cometiera fraude para ser reelecto en 2002- es esencial para sanear la economía.
Gran Bretaña, acusada por Mugabe de los problemas económicos del país, se encuentra entre los países que han prometido una ayuda sustancial siempre y cuando haya un cambio de liderazgo.