Elecciones sin principal lí­der opositora


Las primeras elecciones legislativas desde 1990 tendrán lugar en Birmania el 7 de noviembre, pero opositores y potencias occidentales estiman que se tratará de una farsa para afianzar el poder de la junta militar que gobierna el paí­s desde hace casi medio siglo.


Las últimas legislativas en Birmania se celebraron en 1990. La opositora Liga Nacional para la Democracia (LND) de la Premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi, fundada en 1988 tras un alzamiento contra la junta, las ganó por amplio margen, pero los militares nunca reconocieron el resultado.

Este año, la junta militar no autorizará a Suu Kyi, quien ha pasado la mayor parte de los últimos 20 años en la cárcel o en arresto domiciliario, a presentarse a las elecciones, por lo cual la LND optó por boicotear los comicios.

Además, un cuarto del total de bancas se reservarán a militares, lo que permitirí­a a la junta estar segura de tener una mayorí­a favorable.

«El régimen militar está haciendo todo lo posible para que los partidos que lo apoyan ganen las elecciones», declaró Naing Aung, del Foro para la Democracia en Birmania, una organización con sede en Tailandia.

Según él, el Partido de Unión, Solidaridad y Desarrollo (UDSP) del primer ministro Thein Stein, contará con más recursos y tiempo para prepararse que los demás.

«Si el proceso fuera libre e imparcial, estamos cien por ciento convencidos de que los partidos favorables a los militares perderí­an», agregó.

Hasta el momento, cerca de 40 partidos están inscritos para participar en las elecciones.

Un grupo de ex miembros del LND formaron un nuevo partido, la Fuerza Nacional Democrática (FND), para presentarse a las elecciones, pese a que Suu Kyi estaba en desacuerdo.

La elección «no puede ser libre ni imparcial», dijo a la AFP Nyan Win, quien fuera durante años portavoz de la LND. «Seguimos sin libertad de expresión ni de información», añadió.

Para muchos opositores, sin Suu Kyi, una victoria comparable a la de 1990 resulta impensable. Tambien llamada «la Dama», Suu Kyi sigue siendo un sí­mbolo de la libertad en un paí­s gobernado con mano de hierro.

«Suu Kyi es el sí­mbolo mundial del valor ante la represión», declaró, con motivo del 65º cumpleaños de la Premio Nóbel en junio pasado, el ex presidente estadounidense Jimmy Carter, en un comunicado del grupo de los «Elders» (les Veteranos), fundado por el ex opositor y luego jefe de Estado sudafricano Nelson Mandela.

Suu Kyi fue educada en las mejores escuelas de Rangún y luego en Oxford, en el sur de Gran Bretaña. De regreso a Birmania en 1988, habló en público por primera vez en agosto de ese año y pasó a formar parte del movimiento de oposición que hizo tambalear al poder militar.

Por su parte, Estados Unidos «sigue estando sumamente preocupado por la opresión que sufre Birmania», habí­a estimado a fines de julio la secretaria de Estado Hillary Clinton.

Además, Washington ha expresado estos últimos meses su inquietud ante la posibilidad de ví­nculos secretos entre la junta birmana y Corea del Norte para llevar a cabo un programa nuclear.