Elecciones en Pakistán


Elecciones. Simpatizantes paquistaní­es de La Liga Musulmana, celebran en las afueras de la Corte Suprema de Justicia el anuncio de las elecciones de mañana. (AFP / La Hora)

La Corte Suprema de Pakistán autorizó el viernes la celebración de la elección presidencial del sábado, pero prohibió la proclamación del resultado oficial antes de que pronuncie su dictamen sobre la validez de la candidatura del jefe del Estado saliente, Pervez Musharraf.


«El tribunal decidió por unanimidad que el proceso electoral siga adelante, según la agenda anunciada por el jefe encargado de su celebración», señaló el juez Javed Iqbal, quien presidió la audiencia del viernes.

«Sin embargo, el resultado definitivo no será proclamado antes del dictamen» de la Corte sobre los recursos que cuestionan la validez de la candidatura de Musharraf, cuyas audiencias empezarán el 17 de octubre, agregó Iqbal.

La instancia jurisdiccional más alta de Pakistán consideró admisible la candidatura de Musharraf hace una semana, pero sus dos rivales, los dos candidatos de la oposición, presentaron recursos contra esta decisión.

Según estos últimos, la Constitución paquistaní­ impone al general Musharraf dimitir de sus funciones como jefe de las fuerzas armadas antes del escrutinio.

Además, los recurrentes sostienen que el futuro jefe del Estado no debe ser elegido por el actual Parlamento y las asambleas provinciales, que son ampliamente favorables a Musharraf, sino que debe ser nombrado por las nuevas instituciones que salgan de las legislativas previstas para principios de 2008.

Precisamente por ese consenso del que goza en las asambleas provinciales y pese a su actual impopularidad, Musharraf parece haberse asegurado, ocho años después de su golpe de Estado incruento, su reelección como presidente en la votación del sábado por sufragio indirecto del Parlamento y las asambleas provinciales.

Asimismo, el jueves por la noche, el jefe del Estado saliente alcanzó un acuerdo con la ex primera ministra, Benazir Bhutto y su influyente movimiento, el Partido del Pueblo Paquistaní­ (PPP), para abrir el camino a una futura coalición para compartir el poder.

Este acuerdo prevé una amnistí­a para los responsables polí­ticos, entre ellos la propia Bhutto, sobre la que pesan acusaciones de corrupción cuando dirigió el paí­s (entre 1988-1990 y entre 1993-1996).

Según el pacto, Bhutto volverá a ser primera ministra gracias a la alianza de su partido y del general Musharraf en las legislativas. Por el momento, la ex primera ministra ya anunció que volverá a Pakistán del exilio el 18 de octubre.

En cuanto a Musharraf, el general necesita ese acuerdo pues está en entredicho el hecho de que su partido logre la mayorí­a en las legislativas de 2008.

Esas legislativas, por sufragio universal directo, son verdaderamente la apuesta en juego en el futuro polí­tico de Pakistán y no la elección del sábado.

En ésta, el presidente saliente se perfila como ganador pese a que cuenta con dos rivales, uno de ellos del partido de Bhutto, y de que la votación se llevará a cabo sin la participación de unos 200 diputados de la oposición, que dimitieron esta semana en señal de protesta contra Musharraf.

Esos comicios legislativos serán observados con lupa por los occidentales, sobre todo por Estados Unidos, que tiene en el régimen del general Musharraf un aliado clave en su «guerra contra el terrorismo».

Pakistán intensificó desde hace dos meses y medio sus operaciones militares en las zonas tribales del noroeste, fronterizas con Afganistán, donde Estados Unidos afirma que se refugian miembros de Al Qaida y talibanes afganos con la ayuda de las tribus fundamentalistas paquistaní­es.

Sin embargo, el paí­s sufre una ola de atentados que causó 300 muertos en los últimos dos meses y medio y desde hace 15 dí­as vive bajo la amenaza de la yihad, o sea, la guerra santa, lanzada por Osama bin Laden contra Musharraf.

En este contexto, Estados Unidos ha apoyado de forma casi patente la alianza entre Musharraf y Bhutto, pues esta última se declaró favorable a intervenciones militares estadounidenses en las zonas tribales paquistaní­es.

Por su parte, las fuerzas de seguridad estarán el sábado en estado de máxima alerta ante el temor de una «acción espectacular» de Al Qaida con motivo de la votación presidencial.

¿Cómo se elegirá?

La elección presidencial del sábado en Pakistán será por sufragio indirecto de las dos cámaras del Parlamento y de las cuatro asambleas provinciales, todas ampliamente favorables al presidente Pervez Musharraf, que se presenta para otro mandato de cinco años.

El colegio electoral encargado de designar al nuevo presidente está formado por 342 diputados de la Asamblea Nacional y 100 parlamentarios del Senado, además de los miembros de las cuatro asambleas de las provincias de Pendjab, Sindh, Baluchistán y la Provincia de la Frontera del Noroeste.

El voto es secreto. Su comienzo está previsto el sábado, a las 10H00 (05H00 GMT) en las seis asambleas involucradas y terminará a las 15H00 (10H00 GMT). Los resultados oficiales serán anunciados por la Comisión Electoral a las 17H00 (12H00 GMT).

En la carrera por la presidencia, Musharraf se enfrenta a dos rivales.

Uno es Wajihuddin Ahmad, un ex juez de la Corte Suprema que se negó a someterse al general Musharraf cuando éste se hizo con el poder, en un golpe de Estado incruento, el 12 de octubre de 1999.

El segundo rival es Makhdoom Amin Fahim, vicepresidente del Partido del Pueblo Paquistaní­ (PPP) de la ex primera ministra Benazir Bhutto.

Sin duda alguna, el jefe del Estado saliente será reelegido porque el partido en el poder, la Liga Musulmana de Pakistán (PML-Q), y sus aliados disponen de una mayorí­a aplastante en las asambleas, incluso tras la dimisión de 160 legisladores de la oposición esta misma semana.

Musharraf se comprometió a dimitir de la jefatura de las fuerzas armadas el 15 de noviembre a más tardar, pero sólo si es reelegido jefe del Estado.

Sus rivales invocan la Constitución paquistaní­ que, según dicen, prohí­be a Musharraf participar en la elección si no dimite antes de sus funciones como jefe del Estado Mayor de las fuerzas armadas.

Tras hacerse con el poder en 1999, el general Musharraf se proclamó presidente en junio de 2000. En abril de 2002, para asentar su poder, organizó un referéndum, que ganó tras un voto de confianza de los electores paquistaní­es.