Elecciones en El Salvador y Costa Rica


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Para el próximo 2 de febrero están previstas elecciones presidenciales en El Salvador y Costa Rica, poniendo a prueba el futuro de la democracia en Centroamérica, una región con grandes riquezas, pero llena de pobres y, además, agobiada por la delincuencia.

Félix Loarca Guzmán


En los dos países resalta el denominador común que las fuerzas progresistas, apoyadas por los movimientos populares, van a la cabeza de las encuestas electorales, planteando la posibilidad de que nuevos aires políticos puedan avivar los anhelos para fortalecer los esfuerzos en pro de la justicia social para favorecer a los sectores marginados.

Según los informes periodísticos internacionales, en El Salvador todo apunta a la segura victoria del candidato Salvador Sánchez del  partido Frente “Farabundo Martí”, para garantizar la continuidad del actual gobierno del presidente Mauricio Funes.

Ese gobierno se ha caracterizado por una política independiente de los poderes hegemónicos internacionales, con la prioridad de mejorar las condiciones del pueblo salvadoreño  en contraste con la postura de los gobiernos pro oligárquicos del pasado reciente, cuya preocupación central no era la persona humana, sino favorecer las ganancias y la voracidad de la clase dominante.

Se prevé que en El Salvador el candidato Sánchez pudiera alcanzar el triunfo electoral en la primera vuelta de las elecciones.  Los partidos de derecha, entre ellos Arena, están quemando sus últimos cartuchos tratando de retornar al poder en el cual jugaron un triste papel de irrespeto a los derechos humanos, de sumisión al gran capital y a los intereses de poderosas empresas transnacionales.

Entre los movimientos sociales de El Salvador existe gran entusiasmo por estas elecciones que sin duda tendrán gran repercusión no solo en Centro América sino en todo el continente.

El caso de Costa Rica es un poco distinto.  El candidato del Frente Amplio, José María Villalta, marcha en el primer lugar de las preferencias del electorado, pero ha estado enfrentando una impresionante y bien montada guerra sucia acusándolo de ser comunista para asustar al sector empresarial.

Villalta representa el cambio, rompiendo la tradicional hegemonía del bipartidismo de más de medio siglo, representado por el Partido Liberación Nacional y el Partido Unidad Social Cristiana, ambos identificados con las políticas neoliberales traducidas en pobreza e incertidumbre para el pueblo costarricense.

En todo caso, Costa rica tiene toda una larga tradición democrática con un sistema electoral libre de dudas.

Como escribió alguna vez el brillante sociólogo guatemalteco Carlos Guzmán Bockler, la tradicional docilidad de los de abajo, aun cuando muchos de ellos continúen en aparente impasividad, se está disipando.  Por eso, las elecciones en estos dos países anuncian la esperanza de tiempos mejores lejos de la  noche neoliberal.
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