Es la primera vez que un presidente es elegido por sufragio universal en el Kurdistán y la tercera que se celebran elecciones legislativas desde 1992.
El Partido Democrático de Kurdistán (PDK) del actual presidente kurdo Masud Barzani, y la Unión Patriótica de Kurdistán (UPK) del presidente iraquí Jalal Talabani, que controlan la política kurda desde hace varias décadas, deberían imponerse sin problemas en ambos sufragios.
Tras un acuerdo de reparto del poder, Masud Barzani es candidato a su propia sucesión y el PDK y el UPK hacen frente común con una lista integrada por nuevos diputados, en un intento de presentar una imagen de renovación. Un total de 24 listas se presentarán en las legislativas.
Estas elecciones se celebran en un periodo clave para Irak, marcado por la retirada de las tropas estadounidenses en 2011, consideradas liberadoras por los kurdos, y un aumento de la tensión con el poder central en Bagdad.
«El próximo gobierno deberá enfrentar grandes desafíos. El más importante será solucionar el conflicto territorial y constitucional con el gobierno federal de Bagdad», afirma Samy Shurash, un intelectual y es ministro de la Cultura en el gobierno kurdo.
A medida que se acercan las elecciones en Kurdistán, la tensión entre Barzani y el gobierno iraquí de Nuri al-Maliki fue subiendo, con incidentes en 16 «territorios disputados» en las regiones de Nínive, Diyala, Salaheddin y Suleimaniyé como telón de fondo.
Los kurdos quieren incorporar estas zonas -donde se encuentra la ciudad petrolera de Kirkuk- a su territorio, a lo que se oponen Bagdad y las comunidades chiitas, sunitas y turcomanas.
Según Dyandar Zebari, responsable de relaciones con la ONU del ejecutivo kurdo, el próximo gabinete también deberá «lograr un acuerdo con el gobierno iraquí para compartir» los recursos de los campos petroleros del norte, una cuestión crucial en el futuro de Irak.
El Kurdistán iraquí empezó el pasado 1 de junio a exportar petróleo por primera vez en su historia, pero Bagdad niega a su provincia del norte el derecho a firmar contratos sin su aval, dado que carece de una ley sobre el petróleo.
Aunque estas cuestiones son importantes para los kurdos, también les preocupan cada vez más los problemas de corrupción.
«Las instituciones gubernamentales deben ser reformadas para eliminar la corrupción administrativa y financiera», asegura Mustafá Jalil, de 34 años, un comerciante de Erbil.
«Todos los programas electorales se parecen e integran las mismas promesas de siempre», continúa Karuan Ahmed, un vendedor callejero de 27 años. «Necesitamos una oposición que presione al gobierno para que proponga mejores servicios a los ciudadanos», dijo.
Los candidatos independientes se esfuerzan por romper el consenso político, como Nusherwan Mustafá, un rico empresario y ex número dos del UPK, que se presenta a las elecciones legislativas en la lista del «Cambio».
«La sociedad kurda, tras una estabilización política, necesita reformas económicas, sociales y culturales. La dirección del UPK no tiene la voluntad de cambiar», sostiene.
«Somos una fuerza política dotada de un verdadero apoyo popular. No hemos comprado la lealtad de la gente distribuyendo dinero», agrega.