En un mundo que vive estresado y de ánimo a menudo nervioso, no me parece extraño que la pedagogía proponga el yoga como medio para serenar a los estudiantes y abonar para el éxito de la educación. Quienes han probado el yoga en la escuela afirman que la eficacia es indiscutible: los niños piensan mejor, los adolescentes se controlan y los profesores reducen su ansiedad.
El libro “Yoga: the essence of life: eight yogis share their journeys”, afirma que la palabra yoga deriva del sánscrito y significa “unidad”. El propósito de quienes lo practican consiste en unir lo separado: el cuerpo y la mente. “En un nivel más profundo, significa aprender a percibir los lazos entre lo mundano y lo divino, entre lo universal y lo universal”.
Medio esotérico, ¿no? Lo sé, pero en la práctica, más allá de esa doctrina que hace referencia al budismo y a las renuncias de los deseos más íntimos, las cosas funcionan. Así, Caroline Allard, una profesora francesa lo confirma: “cuando los niños salen de los cursos de yoga semanal, están concentrados y controlados, así puedo profundizar más en el aprendizaje. Paul ahora puede restar con calma. Al final de cada sesión, veo cómo ha cambiado su actitud y sus notas suben. La escuela privilegia los resultados y el intelecto, raramente el ser. Son ellos los que me lo piden: ‘profesora, y si respiramos cinco minutos, si hacemos el árbol”.
Creo que en Guatemala, por nuestras condiciones propias, estamos lejos de llegar a sesiones de yoga, pero no dudo que algún día tendremos que considerar medios para serenar a nuestros estudiantes (niños y adolescentes), siempre más nerviosos y estresados por las cargas cotidianas. No tiene que ser necesariamente el yoga, puede pensarse, por ejemplo, en ejercicios de relajamiento, salir al campo a respirar o meditar en la iglesia.
Esto lo deberíamos hacer todos, no solo los niños en la escuela. También los adultos deberíamos dejar tiempo para la recarga interior y la búsqueda de la paz. El libro “The contemplative practitioner: meditation in education and the professions”, lo afirma, dice que una razón importante para meditar consiste en que induce el auto aprendizaje (“a través del proceso de contemplación uno aprende a descubrir la verdad en su propio interior”), pero, además, la contemplación permite superar el estrés (“la gran mayoría de los estudiantes de mi clase han visto los efectos positivos de la práctica contemplativa, tales como tener menos dolores de cabeza o manejar mejor la ansiedad”).
En Italia, Israel, Brasil y Canadá el yoga en la escuela es reconocido por los gobiernos. En Francia, se implanta por ahora en el medio escolar y abarca cerca de 70 mil estudiantes. Según expresiones del Ministerio de Educación de ese país, la iniciativa es benéfica por lo que estudian integrarla definitivamente en un futuro próximo.