En la segunda vuelta de la elección presidencial que se llevó a cabo en Costa Rica el pasado domingo, el pueblo despertó y votó por el cambio.
Después de 60 años de bipartidismo, en que se alternaban en el poder el Partido Liberación Nacional, de tendencia derechista, pero con un ropaje social demócrata, y el Partido Unidad Social Cristiana, de abierta orientación ultraconservadora, los costarricenses acudieron a las urnas optando por la propuesta de la oposición, al elegir como nuevo Presidente de la República al prestigiado académico de centro izquierda, don Luis Guillermo Solís, postulado por el joven Partido Acción Ciudadana, PAC.
El ahora Presidente electo obtuvo el 77 % de los votos contra el 22 % del candidato oficialista Johnny Araya del Partido Liberación Nacional.
Con más de un millón 300 mil votos, los ticos emitieron un claro mandato sobre que quiere ser tomado en cuenta para la toma de las decisiones más importantes.
En el curso de las últimas décadas, estos dos partidos gobernaron al país y lo arrojaron a las garras del neoliberalismo, cuyo saldo es un doloroso marco de pobreza, exclusión social, graves problemas económicos, sumisión a intereses extranjeros, y frecuentes escándalos de corrupción.
El neoliberalismo, que no es sino la etapa salvaje del capitalismo que solo busca acrecentar la riqueza de unos pocos a costa de la miseria de las mayorías, fracasó de nuevo como también está fracasando en Europa y en otras partes del mundo.
Este sistema puso en grave riesgo el oasis de estabilidad que siempre ha rodeado a Costa Rica. Los resultados de las elecciones fueron contundentes al no otorgar mayoría a ninguno de los partidos políticos representados en la Asamblea Legislativa.
Congruente con su ideología, el Presidente electo, don Luis Guillermo Solís, expresó su preocupación por los pobres, así como por los niños y jóvenes que no estudian. Dijo que Costa Rica ha perdido mucho espacio por el descenso en los índices de desarrollo humano.
Con su firme determinación de trabajar por la unidad nacional y combatir la corrupción, el Presidente electo adelantó que hará todos los esfuerzos para restituir la confianza de los habitantes en general, con el convencimiento que el pueblo es el soberano de su propio destino.