Steve Stricker aprecia ahora mejor las diferencias que tiene el Abierto Británico respecto de otros torneos majors.
SANDWICH / Agencia AP
Un día después de ganar el torneo John Deere Classic con un par de birdies sobre los fairways tersos, que parecerían podados con cortaúñas, en el campo TPC ubicado en el corazón de Estados Unidos, Stricker trató de salir adelante en el campo de Royal Saint George, que más bien se asemeja a la superficie lunar.
El libro que informa las yardas que hay entre la salida y el hoyo es una mera referencia, más que una sentencia sobre los golpes que serán necesarios para llegar ahí. A Stricker le fue difícil controlar la pelota debido al viento, y las complicaciones se agravaron cuando la bola rebotaba en el terreno.
«Es un cambio notorio», dijo Stricker el miércoles. «Hay que aprender y adaptarnos a este estilo en dos días y medio, todo un desafío».
Ese breve tiempo fue sin embargo todo lo que necesitó Stricker para saber lo que muchos otros golfistas han dicho de este campo en el sureste de Inglaterra. Representa una prueba para el campeonato más antiguo del golf, incluso en un día soleado y sin viento. Cuando el vendaval llega, la experiencia se transforma en toda una aventura.
La edición número 140 de este campeonato se pone en marcha este jueves en el Royal Saint George, tan impredecible como cualquier otro campo que figura entre las sedes rotatorias del Abierto Británico.
Este es el campo donde Greg Norman, en 1993, se convirtió en el primer campeón del Abierto Británico en ganar las cuatro rondas en menos de 70 golpes. Es también el campo donde Ben Curtis fue el único jugador que quedó abajo del par en el 2003, el último año en que ésta fue la sede.
Una primavera con condiciones secas ha impedido que la maleza crezca demasiado, lo que aportaría un leve respiro a los golfistas.
«Es un reto, y aquí estamos los mejores jugadores del mundo», dijo el campeón de la PGA, Martin Kaymer. «Así que debe ser difícil. Al final, todos tienen que recorrer el mismo campo».
Eso es cierto. Pero no todos enfrentarán las mismas condiciones.
La información a la que prestan más atención muchos, en la víspera del comienzo, es el parte meteorológico. El pronóstico señala que habría ráfagas de viento de hasta 40 kilómetros por hora (25 mph) el jueves por la mañana, con lluvias intermitentes. El viento amainaría por la tarde y sería moderado el viernes por la mañana. Para el final de ese día, podría cambiar de dirección y alcanzar otra vez rachas de 40 kph.
Si el pronóstico resulta acertado, los jugadores que comiencen el jueves por la mañana y el viernes por la tarde podrían enfrentar las peores condiciones. Y ello constituye un recordatorio de lo importante que es la hora de salida. Hay que recordar que Louis Oosthuizen comenzó a las 6:41 a.m. en la segunda ronda del año pasado en Saint Andrews, donde se salvó de las peores condiciones meteorológicas, para firmar una tarjeta de 67 impactos y abrirse paso a un triunfo por siete golpes.
Entre los primeros que saldrán el jueves figura el norirlandés Rory McIlroy, el amplio favorito para llevarse la Jarra de Clarete, a fin de que haga juego con el trofeo del US Open que recién conquistó.