El vicio es del sistema


Editorial_LH

Hace años que el secuestro de la democracia, pactado entre políticos y sus financistas, hizo añicos la anhelada transición en el país, situación que hemos abordado insistentemente desde hace años, pero en la que algunos hasta ahora están reparando. Es obvio que cada gobierno es peor que el anterior porque conjuga las mañas viejas con las nuevas estratagemas para saquear al país, pero aun así, hay ingenuos que se comprometen con partidos y sus candidatos, sea porque ingenuamente creen que serán distintos, o porque piensan que serán parte del reparto del pastel. Cuando ni una cosa ni otra ocurre, viene el llanto y el crujir de dientes.


La pregunta del millón, sin embargo, es si basta una reforma constitucional y elegir una Asamblea Nacional Constituyente para romper el círculo vicioso. Creemos que mientras persista el actual sistema político, serían los mismos partidos los que estarían representados en una Constituyente y entre todos no se saca uno que quiera romper el molde del secuestro de la democracia porque el mismo les resulta muy rentable a todos. Tanto a los que están, a los que ya estuvieron, como a los que pretenden estar y, por lo tanto, una Constituyente serviría para que se compongan aún mejor la pelota para dar el shutazo cuando les toque el turno.
 
 La raíz del problema no está únicamente en el sector político ni en sus financistas; la verdad es que está en nosotros, en quienes estamos llamados a ejercer nuestra ciudadanía participando activamente contra esas mafias y pactos sucios que se realizan cada cuatro años ante nuestra vista y que, sin tomar conciencia, avalamos al acudir a las urnas a “elegir”, sabiendo que el electo no tiene compromiso con el pueblo, sino únicamente con quienes hizo el negocio para llegar al poder.
 
 El colmo de la ingenuidad política es pensar que con las reglas de juego actuales, con la institucionalidad partidaria actual, se puede pretender una Reforma del Estado profunda a partir de una Constituyente integrada por esos mismos partidos políticos, es decir, con diputados que compran su curul y que, por supuesto, van con la elemental intención de recuperar con creces la inversión.
 
 La última Constituyente, la de 1985, se integró aún sin la cooptación que se ha hecho de la política. Hubo diputados constituyentes talentosos y honestos en sus planteamientos que hicieron un esfuerzo por dotarnos de una ley coherente. De esos, ninguno entraría hoy porque la política ha sido copada por las componendas y la corrupción.
 
 Eso significa, por supuesto, que estamos frente a un muy negro panorama.

Minutero
Con una Constituyente
darían atol a la gente
pues los mismos avorazados
van a ser los diputados