El papa Benedicto XVI proclamó este sábado «venerables» a dos figuras emblemáticas de la historia reciente de la Iglesia católica, el carismático Juan Pablo II y el controvertido Pío XII, acusado por «sus silencios» ante el Holocausto nazi.
El anuncio relacionado con Pío XII, al término de la celebración de los 40 años de la creación de la Congregación para la Causa de los Santos, provocó sorpresa.
Con la firma de los decretos que reconocen «las virtudes heroicas del venerable Siervo de Dios» Pío XII, quien fue Papa de 1939 a 1958 y de Juan Pablo II, quien reinó de 1978 a 2005, se abre el camino hacia la beatificación de dos pontífices sumamente diferentes.
Benedicto XVI defendió en varias ocasiones la figura de Pío XII y expresó su deseo de que fuera beatificado, pese a las controversias sobre su actitud «pasiva» durante la Segunda Guerra Mundial frente al exterminio de los judíos.
En un discurso pronunciado este sábado ante la Congregación para la Causa de los Santos, el Papa elogió la «sabiduría pedagógica» con la que la entidad selecciona y examina la historia de los beatos y santos de la Iglesia.
«Las principales etapas para el reconocimiento de la santidad por parte de la Iglesia católica, es decir la beatificación y la canonización, están unidas con un vínculo de gran coherencia», afirmó el pontífice.
«Después de un minucioso juicio son propuestos como modelos de vida cristiana», recordó.
La causa para la beatificación de Pío XII fue abierta en la década del 60 por el Vaticano; estuvo bloqueada muchos años, hasta que en noviembre de 2007 una comisión de cardenales y obispos de la Congregación para la Causa de los Santos se pronunció a favor de su proclamación como «venerable».
Debido a las controversias que suscita la figura del Papa italiano, cuyo nombre era Eugenio Pacelli (Pío XII), Benedicto XI creó una comisión especial para revisar el caso, cuya labor se cierra con la firma del decreto.
La eventual beatificación y posterior canonización del «Papa del silencio», para las que se necesita demostrar que intercedió en uno o dos milagros, genera duras críticas de la comunidad judía y de algunos algunos historiadores católicos, que se oponen a que el pontífice alcance la gloria de los altares por su comportamiento ante los horrores nazis.
El Papa Benedicto XVI, de nacionalidad alemana, se ha declarado en varias ocasiones a favor de Pío XII y en 2006, un año después de haber sido elegido al trono de Pedro, aseguró que su predecesor había sido un «don» para el siglo XX por haber «defendido al pueblo alemán durante la gran catástrofe que representó la guerra».
Debido a que el anuncio fue hecho un sábado no se esperan reacciones por parte de representantes de la comunidad judía, que consagra ese día al reposo.
La beatificación de Pío XII podría ensombrecer las relaciones entre Israel y el Vaticano, pese a la importante visita de Benedicto XVI a Tierra Santa en mayo de este año, durante la cual condenó con firmeza el Holocausto nazi.
Esperada y aplaudida ha sido en cambio la aprobación de las «virtudes heroicas» del papa polaco Karol Wojtyla -Juan Pablo II- venerado ya en vida.
Con ella se inicia el examen del «milagro» atribuido a Juan Pablo II.
Se trata del caso de la monja francesa Marie Simon-Pierre, de la congregación de las Pequeñas Hermanas de las Maternidades Católicas, curada sin explicación médica del mal de Parkinson en 2005.
Este caso pasará ante una comisión médica, una comisión de teólogos y luego, finalmente, a la comisión de obispos y cardenales.
Karol Wojtyla podría ser beatificado a finales del próximo año, un poco más de cinco años después de su muerte.
Según medios de prensa italianos, la ceremonia será celebrada en el Vaticano el 16 de octubre del 2010, 32 años después de su elección como el primer papa polaco de la historia.
El Papa también proclamó «beato» al religioso polaco Jerzy Popieluszko, padre Jerzy, conocido por defender el célebre sindicato Solidarnosc, que encabezó la lucha contra el régimen comunista en los años 80.
Secuestrado y asesinado por la policía polaca el 10 de octubre de 1984 tras celebrar su última misa, su caso es considerado un «martirio» por la Iglesia católica, por lo que no se necesita demostrar su intercesión en un milagro para ser beatificado.
La reforma del Código de Derecho Canónico de 1983 facilitó el camino de la canonización reduciendo los obstáculos y exigencias para llegar a santo.
Tres son las etapas por las que debe pasar el candidato para poder ser proclamado santo: confirmación de las «virtudes heroicas», beatificación y canonización, para las cuales se necesita un milagro comprobado.
El primer paso para el proceso de beatificación lo da generalmente el obispo de la diócesis a la que pertenecía el candidato y difícilmente antes de los cinco años posteriores a su muerte.
Durante la investigación, primero se demuestra que gozaba de «fama de santidad» y que merece ser propuesto como candidato a la canonización.
El obispo y/o los laicos, o incluso el llamado «postulador» (suerte de abogado defensor), elevan posteriormente la propuesta a la Congregación para las Causas de los Santos -más conocida en Roma como la «fábrica de santos»-, que es la encargada de dar el «nihil obstat» (permiso) para iniciar el verdadero proceso de las «virtudes heroicas».
El postulador debe reunir toda la información, desde testimonios hasta cartas y escritos, para demostrar que el candidato practicaba de forma «heroica» y continuada las virtudes de la fe.
El informe pasa entonces por las manos del famoso y antiguamente llamado «abogado del diablo» -porque ponía mil trabas y obstáculos en el camino del candidato-, que ahora se llama en cambio «promotor de la fe», quien ha pasado a ser casi un colaborador del futuro santo, tratando de ayudarle indirectamente a demostrar sus cualidades.
Los teólogos consultores, los cardenales y hasta el Papa tienen derecho a opinar en esta etapa del proceso, después de la cual se puede prever la beatificación, siempre y cuando se haya demostrado al menos la existencia de un milagro que pueda ser atribuido al candidato.
La reforma del Código de Derecho Canónico exige demostrar otro milagro para poder ser proclamado santo.
Pero demostrar la validez del milagro tampoco es tarea fácil. La Congregación para las Causas de los Santos se vale del asesoramiento de un equipo de 70 médicos y de distintos expertos, así como de los estudios clínicos a los que es sometido el individuo supuestamente curado por milagro.
Una primera aproximación al fenómeno denominado «milagro» la da el hecho de que se trate de la curación instantánea, perfecta, duradera e inexplicable científicamente, como la de una enfermedad incurable o muy difícil de curar.
El papa Juan Pablo II, predecesor de Benedicto XVI, fue el mayor «fabricante» de santos de la historia, ya que proclamó 482 santos y 1.338 beatos en 25 años de pontificado.