El vaso que se llena y nunca se derrama


Oscar-Marroquin-2013

Explicando en detalle su opinión sobre un tema económico que abordó en su Exhortación Pastoral el Papa Francisco, dijo que sobre el famoso trickle down de la economía, que supone que cuando se llene el vaso la riqueza empezará a desbordarse para ir cayendo a los más necesitados, él ha visto que cuando el vaso se llena lo que hacen quienes se enriquecen es conseguirse un vaso más grande para que pueda seguir acumulando más y más riqueza, pero no dejan que caiga ni una gota porque así es la naturaleza humana, que mientras más se tiene más se quiere.

Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt


El Papa Francisco reaccionó, en declaraciones que ofreció al diario italiano La Stampa, al señalamiento que le hizo un fanático derechista, comentarista radial norteamericano, quien lo acusó de ser marxista. En realidad, nadie que haya leído a Marx puede suponer que en el texto de la exhortación exista la más mínima expresión que pueda tener fundamento en las enseñanzas de Karl Marx. El Papa explica bien que él considera que el marxismo es una ideología errónea, pero hay que agregar que lo que ocurre con mentes estrechas, como la de ese locutor y la de otros que le han seguido con igual planteamiento en las redes sociales, es que para ellos cualquier idea de justicia social significa comunismo, porque se trata de personas que tienen tan escasa formación y conocimiento que no pueden entender la sustancia de una crítica a los modelos de vida existentes en la actualidad y que se traducen en un culto al dinero como rector principal de la vida de los seres humanos.
 
 De todo lo que escribió y publicó el Papa, la parte crítica a una teoría económica fue la que expuso precisamente sobre el tema del bienestar por derrame, ese que tanto se pregona desde los tiempos de Reagan cuando se sostuvo que había que dejar que los millonarios se volvieran más millonarios e hicieran más dinero, para que su riqueza fuera derramándose hacia el resto de la sociedad para llegar, eventualmente, a los más pobres que así tendrían oportunidad de satisfacer al menos sus necesidades. La tesis es que nadie debe hacer nada más para combatir la pobreza que dejar que el gran capital crezca sin límite ni control, mucho menos exigencia o el pago de tributos justos, porque con arreglo a las leyes de la economía de mercado esa absoluta libertad permite la rápida acumulación de capitales que llegarán a ser de tal magnitud, que tienen que repartirse por derrame.
 
 Pues bien, el Papa nos dice que la experiencia ha demostrado que cuando el vaso está lleno, en vez de que se produzca el derrame, sufre el transvase de su contenido total a una vasija más grande para asegurar que su dueño pueda gozar de más y más fortuna.
 
 En el mensaje pontificio uno encuentra reflexiones morales y éticas, inspiradas precisamente en las enseñanzas del Evangelio cuya propagación nos debe llenar, según el Papa, de inmensa alegría. Y no está de más recordar que el mismo Jesucristo, cuando vio el templo lleno de mercaderes, mostró una reacción que podríamos calificar como arrebato a causa de la indignación por el uso que se hacía de la Casa de Dios. Y en ese sentido pareciera que Francisco es fiel a la Palabra cuando se propone ordenar las finanzas vaticanas y rescatar la función social de la Iglesia que tiene origen y fundamento en el principio básico de que todos los hombres son hijos de Dios y por lo tanto hermanos que se deben asistencia mutua en el marco de la solidaridad. Si ser solidario es ser comunista, a ojos de algún ignorante, por supuesto que verán micos aparejados porque este Papa habla claro y con mucho sentido solidario.