Hay hombres y mujeres, amigos y amigas, compañeros y compañeras, obreros, estudiantes, universitarios, jóvenes, campesinos e indígenas, maestros y profesores, políticos y ciudadanos, escritores, periodistas y artistas cuyo legado, esfuerzo y empeños, trabajo y obra, no debe olvidarse. Hay que tener presente lo que lograron hacer o dejaron pendiente, mantener vivo su recuerdo, que la generación de ahora y las sucesivas, les conozcan.
\ Carlos Gonzáles \
Con la llegada del fin de año, se suele pasar revista a lo acontecido, valorar lo que se haya hecho bien y criticar lo malo o lo que se haya dejado de hacer. En uno y otro caso corresponde, por un lado, establecer la responsabilidad de quienes dificultan e impiden que nuestro país avance y progrese, que cambie y mejore y, por el otro, reconocer el esfuerzo y consecuencia de quien haya estado con nuestro pueblo y sus luchas y con las de los demás pueblos del mundo.
Pero no es a ello a lo que me voy a referir ahora. Ya habrá tiempo y espacio para hacerlo. La columna de esta semana quiero dedicarla a recordar el legado de quienes pareciera que con el paso del tiempo se les ha ido olvidando.
De 1944 a lo que va del siglo XXI, es una época en que en nuestro país y en el mundo entero han tenido y están teniendo lugar importantes acontecimientos, que no son ajenos a quienes paso a recordar y referir.
A unos, les conocí y traté, supe de su obra, de lo que hicieron. De otros, mucho o algo se me refirió. Se trata de quienes son ejemplo de coherencia entre lo que se dice y lo que se hace, de consecuencia y lealtad a las ideas que se sustentan, a la lucha que se libra, a los ideales que se defienden y a los esfuerzos y empeños por alcanzar lo que se anhela.
De la estirpe de esas mujeres y esos hombres, es mucho lo que se podría escribir. A quienes no alcance a recordar, serán otros los que puedan hacerlo y contribuir a tenerlos presente. Así lo espero. De lo que estoy seguro y convencido, es que en el diario bregar de quienes luchan toda la vida, no hay esfuerzo o anhelo truncado ni empeño o aspiración no alcanzada. Lo que pasa es que hay esfuerzos y anhelos, empeños y aspiraciones que son violentamente interrumpidos y mediante el uso de la fuerza se trata de evitar que se concreten. Es lo que nos pasó en Guatemala en junio de 1954.
En todo caso y como quiera que sea, son muchos los guatemaltecos que supieron y han sabido asumir el compromiso social y popular que une, moviliza, organiza y contribuye a avanzar en la lucha a favor del desarrollo y el progreso, el bienestar y la justicia social, para decirlo en pocas palabras.
De los poetas, escritores, artistas o periodistas, obreros, estudiantes, universitarios, jóvenes, campesinos e indígenas, profesores y maestros y dirigentes políticos y ciudadanos a quienes tengo presente hay algunos de los que ya casi nada se recuerda, nada se sabe o no se les tiene presente.
Es el caso del poeta Melvin René Barahona. A quienes les he preguntado por él, por su vida y su obra, nada me han podido referir. No sé ni donde puede estar ni si vive todavía. Aunque no le conocí ni le traté, tampoco he tenido noticias de René Cordón Barrera, el contemporáneo más cercano por amistad, profesión y oficio, si mal no recuerdo, de Werner Ovalle López.
De quien sí he tenido noticias y sé que está en Venezuela es de Melinton Salazar. Tengo la suerte de que a través de nuestro común y muy querido amigo y compañero, Alfonso Orantes, me hizo llegar parte de su obra en la que consta su empeño y compromiso de saber vivir del lado del deber y ser consecuente al asumir la hermosa y difícil tarea de escribir poesía.
Y si algo resulta para mí impensable y, además, irresponsable, es que de entre nosotros nadie se haya ocupado de la obra literaria de Arqueles Morales y dar a conocer a lo que dedicó toda su vida. Yo mismo nada he hecho al respecto. Lo que supe de él es que después de su prolongada estancia en la República Democrática Alemana (RDA), vivió en Nicaragua. Tengo entendido que falleció en La Habana.
Es mucho, mucho más, lo que se debería de escribir de quien continúa en la brega de trabajar en lo mejor que sabe hacer: poesía y, además, alcanzado a decir cómo ama a nuestra patria Me refiero a Julio Fausto Aguilera, el poeta del temple y fortaleza de esos hombres capaces de soportar el enorme y duro paso de los años, tan dignamente.
Que yo sepa, es muy poco lo que se sabe o se ha escrito de la vida y obra de Oscar Arturo Palencia. (Continuará). http://ricardorosalesroman.blogspot.com/