Continuamos este sábado con ese gran músico bohemio Biedrich Smetana y como homenaje a Casiopea dorada, amapolita de trigo fresco y enhiesto, agua de luceros y rosa fresca, que ha crecido dentro de mi pecho, como dulce trino, como luz conquistando lo lejano, como suave fruto florecido en su pulpa más honda. Mar danzante en constelación de Marte, tan afiligranada como la polifacética música bohemia.
Del Collegium Musicum de Caracas, Venezuela A mi padre, maestro Celso Lara Calacán, con inmenso amor.
A partir de aquel momento se inició para el compositor el período más intenso de su actividad creadora. Después de muchas luchas y polémicas y de asumir la función de promotor de conciertos de vanguardia, en 1866 Smetana tuvo por fin en sus manos la suerte del Teatro Provisional, que dirigió hasta 1874, año en que la sordera le dejó fuera de combate.
Las razones de este cambio en la posición de Smetana, que finalmente tenía la responsabilidad de la que era digno, consistían en sus trabajos teatrales, representados con gran éxito: Los Brandenburgueses en Bohemia y la Novia Vendida, ambos montados en 1866. Dos años después con Dálibor en el Teatro Municipal, Smetana se encontró situado en el papel de acusado. Ahora eran los críticos reaccionarios quienes, después de los éxitos iniciales (con Los Brandenburgueses en Bohemia, Smetana había obtenido el premio concedido a una ópera de carácter nacional), le acusaban de extranjerismo, de wagnerismo y como tal, prevaricador en la dirección del Teatro Provisional.
En realidad, Smetana no escondió su simpatía o por lo menos su consideración a Wagner y en Munich en 1870 asistió en tres ocasiones a la representación de La Walkiria. Por esto, el mismo año en que terminaba su cuarta ópera llamada Libusa (que no fue representada sino hasta 1881), un grupo de abonados pidió formalmente su dimisión del cargo de director del Teatro Provisional. La operación no llegó a puerto, pero dos años más tarde, como se ha señalado, Smetana tuvo que dimitir a causa de su sordera.
Pese a encontrarse, por las circunstancias, al margen de sus actividades, no por ello dejó de seguir su tardía vocación de autor teatral: en 1874 hizo representar Las dos viudas; El Beso en 1876, El Secreto en 1878 y El muro del diablo en 1882. Al momento de su muerte dejó inconcluso un fragmento de la ópera Viola.
La primera ópera de Smetana que llamó Los Brandenburgueses en Bohemia, fue compuesta bajo el impulso de un acusado nacionalismo. El libreto de Karen Sabina hace referencia a un episodio, en parte imaginario, en el que se enlazan amor y patriotismo. La acción ocurre en la época de la reina Kunhuta, para vengar la muerte de su marido ocurrida en la batalla por Rodolfo de Habsburgo. En el año de 1278 llama en su ayuda a su sobrino Otto margrave de Brandenburgo; pero la ayuda se transformó pronto en invasión, puesto que Otto acababa de aliarse con los Habsburgo y obtiene el protectorado de Bohemia. En este marco histórico, que permite a Smetana incorporar grandes fragmentos épicos como en la primera parte del segundo acto, en la que asiste a la revuelta de los campesinos contra los invasores, se desarrolla una historia según los cánones melodramáticos. Se trata del amor de Junos y Ludise, dos bohemios, amenazados por la pasión tosca del brandeburgués Tausendmark.