Estamos a pocas horas de despedir el año 2013 y más que ver hacia el pasado, poco alentador en estos doce meses, es importante centrarnos en lo que viene, puesto que si en toda época y lugar el tiempo perdido hasta los santos lo lloran, cuánto más en condiciones como las nuestras que demandan cambios urgentes para salir de la crisis institucional en que nos ha hundido la politiquería que no tiene otra misión que la de la corrupción y el despilfarro de los fondos públicos.
Aunque algunos lo quieran negar, somos un Estado fallido, incapaz de cumplir hasta sus funciones esenciales. Un Estado que no brinda seguridad ni justicia porque está carcomido por la impunidad tan útil a los saqueadores de la cosa pública. Un Estado cuyo sistema de salud funciona únicamente para facilitar las compras que dejan jugosas comisiones. Un Estado cuya prioridad en educación se decide por berrinches y componendas con un magisterio cooptado que nunca piensa en el educando sino en sus salarios.
Un Estado que no genera oportunidades y que exporta a su mejor recurso, el recurso humano, con cientos de miles de migrantes que son el motor de su economía.
Un Estado con funcionarios que enajenan hasta los recursos no renovables a cambio de jugosas mordidas y donde no hay obra sin sobra, literalmente hablando.
Eso ha generado una sociedad cínica que se acomoda a vivir en un país sin reglas ni ley, donde la anarquía permite que impere la ley del más fuerte, del más vivo para sacar provecho a la falta de un verdadero Estado de Derecho.
Cada segundo de los 525,600 del año 2014 es crucial en tales condiciones y no podemos darnos el lujo de dejarlos pasar sin hacer algo para provocar la reingeniería, para no sonar a revoltosos, que nos urge para superar la crisis institucional de una democracia de fachada que ha permitido el secuestro del Estado por los empresarios y políticos unidos en la ambición y el saqueo.
Minutero:
Un feliz Año Nuevo
demanda constante renuevo;
nunca la prosperidad
llega por casualidad