El turno de los pobres


Miembros del Frente para la Liberación Nacional Farabundo Martí­ celebraron la elección de Mauricio Funes.

AFP PHOTO/ Franklin RIVERA» title=»Miembros del Frente para la Liberación Nacional Farabundo Martí­ celebraron la elección de Mauricio Funes.

AFP PHOTO/ Franklin RIVERA» style=»float: left;» width=»250″ height=»330″ /></p>
<p>Elida López, de 55 años, fue una «fiera» combatiente de la guerrilla, que en el pasado tomó las armas para ver un El Salvador donde los pobres tuvieran la oportunidad de superarse, y ahora cree que ese anhelo se materializará con la llegada al poder de Mauricio Funes.</p>
</div>
<p> <span id=


López salió temprano este lunes de su casa, vestida con su mejor traje rojo, «para estar a tono con la ocasión» y se dirigió al anfiteatro del Centro de Ferias y Convenciones, en el sector oeste de la capital.

Ella fue una de las invitadas especiales del Frente Farabundo Martí­ para la Liberación Nacional (FMLN), el partido de la disuelta guerrilla izquierdista, al acto de toma de posesión de Mauricio Funes como nuevo presidente de esta nación centroamericana.

«Cuando uno andaba en el monte, soñaba con que algún dí­a el pueblo tomara el poder, por eso se derramó sangre, pero ahora estando acá, viendo que Mauricio Funes es el nuevo presidente es como que ese sueño y ese anhelo de justicia ha llegado, es el turno para los pobres», dijo López a la AFP.

Esta mujer de armas tomar, de piel blanca, cabello rojizo y profundos ojos verdes, es originaria de Chalatenango (norte) y cuenta que, tras terminar la guerra y sus dí­as de guerrillera, decidió junto a otras mujeres «emprendedoras» montar una microempresa dedicada a la elaboración de fruta deshidratada.

«Sólo quiero saludar a Mauricio y decirle que trabaje por los pobres», sostuvo la mujer obsequiando una amplia sonrisa.

Este lunes acudieron a la ceremonia decenas de militantes del FMLN o invitados por ese partido o que tení­an tareas asignadas en la organización de la actividad.

Recostada a una gran columna de acero, la enfermera Yamileth Marroquí­n miraba muy pensativa hacia el escenario, donde minutos después asumirí­a el cargo Funes.

«A veces es difí­cil creer que haya llegado este momento, de ver que a los que siempre les ha gustado tener el poder lo tengan que entregar a una persona que se está preocupando por sacarnos adelante, yo tengo fe en que poco a poco va a mejorar la situación en el paí­s», dijo Marroquí­n a la AFP.

La enfermera era parte de un grupo de médicos y enfermeras que el ministerio de Salud desplegó en el Centro de Ferias y Convenciones, donde fue juramentado Funes, para atender emergencias entre los invitados al evento.

En la calle, fuera del recinto donde tuvo lugar la magna ceremonia, una humilde anciana, Petrona Etelvina Santos, de 72 años, logró esquivar la celosa seguridad montada en los contornos del lugar y pacientemente esperaba a vender unas bolsas con mango maduro que cargaba en un cesto.

La mujer de cabello cano y piel curtida por el sol intentó en vano escuchar el primer discurso de Funes como presidente, pero eso no le molestó.

«Estoy segura de que algo bueno debe haber dicho, le dije a los policí­as si me dejaban entrar para escuchar al presidente Funes pero no quisieron, yo a él lo veo como un hijo que nunca tuve, se ve bueno, le querí­a pedir una casita», dijo a la AFP.

Este lunes, ante una quincena de mandatarios y representantes de gobiernos de distintos paí­ses del mundo, Funes juró como nuevo presidente de El Salvador, pero antes acudió a la catedral de San Salvador para arrodillarse ante la tumba del asesinado arzobispo capitalino Oscar Arnulfo Romero y orar por el éxito de su gestión.

ANUNCIO Plan anticrisis


Mauricio Funes anunció ayer en su discurso de investidura como nuevo presidente salvadoreño el lanzamiento de un «plan global anticrisis», comprometiéndose además a trabajar para los pobres, que son 36,9 de los 5,8 millones de habitantes del paí­s.

Tras ser juramentado en un colorido acto en el anfiteatro del Centro Internacional de Convenciones, Funes prometió una «revolución pací­fica y democrática», y anunció un conjunto de medidas para afrontar la crisis, incluyendo la creación en los próximos 18 meses de 100 mil puestos de trabajo para «estabilizar la economí­a y minimizar las consecuencias sociales».

El plan también pretende mantener los empleos existentes, proteger a los sectores más vulnerables de los efectos negativos de la crisis, impulsar polí­ticas de Estado de protección social y establecer un sistema de protección universal para todos los salvadoreños.

En un discurso con fuerte contenido social, subrayó que en su «nuevo proyecto de nación» quiere «servir a todos y sobre todo a la población más desfavorecida», desde un gobierno «sensato y honrado».

Para ello «convocaré un diálogo nacional» para definir una estrategia que incluya un acuerdo sobre el empleo y la polí­tica social, aseguró.

Funes tuvo especial mención para el presidente estadounidense Barack Obama y para el brasileño Luiz Inacio Lula da Silva, presente en la ceremonia. También recordó al arzobispo salvadoreño Oscar Romero, asesinado hace 15 años, su «guí­a espiritual», según dijo.

Hay una «tarea gigantesca por delante, pero no nos intimida», dijo. «No tenemos el derecho de equivocarnos», agregó.

Al referirse a la situación económica del paí­s, Funes arremetió contra sus antecesores de la Alianza Republicana Nacionalista (Arena, derecha), que gobernaron durante los últimos 20 años.

«El escenario es tal que debemos hablar sin rodeos de un deterioro inaceptable de las finanzas públicas en un cuadro de economí­a dolarizada. La responsabilidad de esta situación no es del pueblo salvadoreño, sino de la élite dirigente que estuvo hasta hoy en el poder», afirmó.

El estado de la administración pública «no es de nungún modo satisfactorio», dijo, comprometiéndose a construir «una nueva nación sin odios y sin resentimientos» y a impulsar la «modernización» de las instituciones».

En su gobierno, que se prolongará hasta 2014, evitará el error de «ser complacientes» con la corrupción y con el crimen organizado. Además, dijo que no tolerará a funcionarios corruptos.

Hay que «reinventar el paí­s» lo cual significa «mejorar lo que está bien y hacer lo que nunca fue hecho», afirmó.

Una de las principales metas que se propone el nuevo mandatario -sin fijar plazos para ello- es el «vencimiento» de la pobreza y marginación de amplios sectores.