Respetuoso de las costumbres locales, atento para economizar el agua y para no dañar los suelos ni dejar basura, el turista responsable es una persona discreta y reflexiva que se esfuerza en reducir al mínimo las repercusiones de su viaje.
Ser un ecoturista modelo no es cosa fácil. Y ello a partir de la elección del destino de su viaje: partir a lejanas tierras es tentador, pero en general obliga a tomar el avión, y, a igual distancia, el avión emite 300 veces más de gas carbónico que el tren.
Por eso, más vale evitar los largos trayectos y optar por partir menos frecuentemente pero por más tiempo.
Para emprender vuelo con la conciencia tranquila, el turista responsable ha de pensar en compensar las emisiones generadas por su viaje mediante la entrega de una pequeña suma de dinero a asociaciones para proyectos de reforestación o de energías renovables.
Antes de partir, el ecoturista debe documentarse sobre la cultura y las tradiciones del país visitado.
La preparación de su bolso de viaje es una etapa importante: se aconseja reducir lo más posible los embalajes para evitar tener que tirarlos después, utilizar una crema solar que no se disuelva en el agua para no perjudicar la fotosíntesis de los vegetales marinos, así como jabones biodegradables para no contaminar las aguas del país anfitrión.