El tsunami Wikileaks


 No tengo la menor duda de que en los próximos dí­as atravesaremos por un tsunami de comentarios y noticias relativo a los más de 250,000 documentos filtrados por la organización Wikileaks.  Desayunaremos, almorzaremos y cenaremos lo que el antiguo hacker australiano, Julian Assange, ha decidido ponernos sobre la mesa para enterarnos del desmadre de la diplomacia estadounidense.

Eduardo Blandón

En la caja de Pandora abierta hay de todo.  En primer lugar, chismografí­a.  Piense, por ejemplo, en lo que la «intelectualidad» diplomática narra cuando se refiere al lí­der libio, Muamar el Gadafi: usa botox, es hipocondrí­aco, odia los viajes en avión y es extremadamente suspicaz (hace filmar todos sus exámenes médicos para analizarlos posteriormente con los doctores).  De Berlusconi se describen su corrupción sin medida y sus «fiestas salvajes» (cosa que todos conocen en Italia).  Y, por último,  se expone la desconfianza que inspiró en su momento Cristina Fernández de Kirchner, al punto de sospecharse de su salud mental.

 

 Por otro lado, hay información obvia, de esas que sirven sólo como medio de corroboración.  Por ejemplo, el cable que evidencia la situación última de Noriega (y la atención escrupulosa del gobierno del norte), previa a la invasión de Panamá.  La participación bajo de agua de los Estados Unidos en el golpe militar de Honduras en contra de Manuel Zelaya.   Y, por último, el bloqueo constante de los norteamericanos contra el Presidente de Venezuela, Hugo Chávez.

 

 Por supuesto, hay también información de trascendencia y nada evidente.  Una de ellas lo constituye, por ejemplo, el rechazo del mundo árabe a la polí­tica armamentista de Irán y el apoyo subrepticio a los Estados Unidos.  Los cables son reveladores porque prácticamente los árabes suplican al gobierno norteamericano una posición firme contra Irán, al punto de sugerir también una invasión pronta. 

 

 Igualmente merece atención la desconfianza que genera a los Estados Unidos, el Presidente de Francia, Nicolas Sarkozy; los negocios conjuntos de Putin y Berlusconi en el sector del petróleo; y, por último, las descripciones sobre la corrupción planetaria y la presión mundial de los Estados Unidos  a favor de sus intereses comerciales o militares (aunque esto tampoco no es tan revelador).

 

Este aluvión de noticias marca, me parece, el inicio de un periodismo nuevo, curioso, «sui generis», basado en la infiltración de información por la ví­a informática.  Wikileaks ayuda a transparentar el mundo y permite una perspectiva más amplia, desligada de los intereses representados por la vieja prensa, muchas veces comprometida al gran capital.

 

Por otro lado, creo que los últimos golpes dados por Julian Assange (lleva publicados más de 727,000 informes confidenciales) pondrán en crisis los sistemas de información -manejo y privacidad- y hará pensar en estrategias encriptadas dignas de pelí­culas hollywoodenses.  Asimismo, inaugurará una estructura de sospecha infinita en donde las cámaras, GPS y otras tecnologí­as que hoy se usan, serán juguetes pasados de moda en pocos dí­as.  

 

Total que el mundo no deja de sorprendernos y dejarnos boquiabiertos.  Y eso que la cosa apenas empieza.Â