El TSE jurí­dicamente inerme



Lic. Mario Roberto Guerra Roldán

Todos los estudiosos del Derecho y aun los que no están inmersos en esta disciplina, sabemos que constituye un freno que actúa sobre los instintos egoí­stas del hombre, como un medio para evitar la anarquí­a, ya que su función y misión es la de garantizar la coexistencia pací­fica de los seres humanos y mantener la armoní­a en sus actos, equilibrando y disciplinando la conducta, para hacer posible la vida en común.

De lo anterior se infiere, que el Derecho es un instrumento idóneo para obtener y mantener el bienestar común y coadyuvar al desarrollo y progreso de las comunidades que integran y conforman las naciones del orbe.

Para realizar tales propósitos, el Derecho se concreta y aplica mediante normas abstractas, escritas y consuetudinarias, que como las de la moral, regulan la conducta humana. Sin embargo, entre la moral y el Derecho, así­ como entre éste y las reglas del trato social y los preceptos religiosos, existen diferencias sustanciales. No vamos a analizar y profundizar acerca de estas diferencias, pero haremos hincapié en una caracterí­stica que afirma la individualidad y esencia de lo jurí­dico.

Esta caracterí­stica esencial del Derecho es la de imponerse incondicionalmente, contando o no, o a veces, en contra de la voluntad del sujeto obligado. Es lo que llamó el ilustre jurista mexicano Eduardo Garcí­a Máynez, la imposición inexorable de la norma jurí­dica.

Escribí­ esta que, podrí­amos llamar, divagación jurí­dica, sin el ánimo de impartir cátedra -se trata de principios elementales de la ciencia jurí­dica- para referirme a la difí­cil situación en que se encuentra el Tribunal Supremo Electoral para imponer la autoridad que la ley le confiere.

Si bien existen sanciones en la Ley Electoral y de Partidos Polí­ticos para quienes infrinjan sus normas, éstas son tan blandas que ni siquiera se les teme. Como consecuencia de tal blandura, los partidos polí­ticos y/o sus candidatos contravienen, sin ningún escrúpulo, las prescripciones legales en materia electoral. Lo vimos con la propaganda anticipada, lo estamos presenciando y seremos testigos en el futuro cercano, que seguirán violando la ley, especialmente en lo que se refiere al origen y manejo de los fondos que reciben para sus campañas electorales.

De lo expuesto, conjeturamos que el proceso electoral podrí­a realizarse en un ambiente de anarquí­a, por la ausencia de normas eficaces que sancionen las infracciones que cometan los polí­ticos. Es decir, que los preceptos electorales vigentes carecen de la suficiente coercibilidad que le da carácter propio al Derecho.