Por lo visto la Municipalidad capitalina está empeñada en seguir cayendo en el mismo error de construir el segundo ramal del Transmetro, entre las zonas uno y seis, haciendo chapuces a la infraestructura actual. En la primera fase, del CENMA para el Palacio de la Loba, vino a causar a una gran parte de la población innumerable cantidad de daños y perjuicios, porque si bien es cierto hubo resultados positivos para un sector, también es verdad que otros salieron gravemente perjudicados. Un servicio público no es como un partido de fútbol, para asegurar que los resultados fueron más los positivos que los negativos y sobre esa base, repetir errores antes cometidos, cuando la ciudad capital está urgida de soluciones de fondo, como de largo plazo. Es que no soporta más remiendos que, como el caso del Transmetro, vinieron a agravar los problemas que ya se tenían.
La construcción del Periférico de Manuel Colom Argueta es un claro ejemplo para demostrar que fue visionario al pensar que el desarrollo de la urbe no admitía planes para un año sino para muchísimos más. Se imagina el estimado lector ¿el tamaño de congestión que estaríamos sufriendo a estas alturas sin esta ruta de alta velocidad, escape y desfogue de vehículos de norte a sur y viceversa? Claro, no se pudo hacer de la noche a la mañana. Esa titánica obra llevó mucho tiempo, recursos y esfuerzos para hacerla realidad, ¿pero no es cierto que el mismo grupo político enquistado en la municipalidad ha tenido el suficiente tiempo y dinero para dejar de ponerle parches a una infraestructura deteriorada e insuficiente cuando lo que se requiere es una intervención seria como de carácter técnico y profesional?
¿Qué ocurrió con la Calzada Aguilar Batres y la Avenida Bolívar al montar sobre ellas el paso del Transmetro?, ¿acaso no terminó de congestionar el paso de vehículos que ya de por sí era lento, complicado y peligroso?, ¿no fueron los vecinos los más perjudicados con mayor contaminación ambiental? Los capitalinos que por necesidad tuvieron que irse a dormir a los municipios circunvecinos, salieron todavía más amolados al impedírseles entrar y salir con la rapidez necesaria.
No es útil la crítica dejando de aportar soluciones. Una de ellas podría ser dejar de lado los chapuces, para pensar en grande, utilizando el área que otrora fuera destinada para el paso del ferrocarril y dedicarla ahora al paso y terminales del Transmetro sin perjudicar la actual infraestructura ya por de sí insuficiente. Nos estamos marginando los grandes beneficios que se obtendrían al unir al norte, centro y sur de la capital por una vía exclusiva. La otra opción, la de pasar el Transmetro por las ya de por sí atiborradas calles de las zonas uno, dos y seis, no solo perjudicarán grandemente a sus vecinos, sino que desde el mismo momento de su instalación estarían causando enormes problemas de locomoción, contaminación e inseguridad a la población capitalina, como si no tuviera ya lo suficiente. Seguir haciendo lo mismo es igual a seguir obteniendo los mismos resultados. Gracias a Dios en estos momentos no hay campaña electoral, de ahí que la segunda fase del Transmetro no hay por qué hacerla a todo vapor. De donde preguntamos ¿será mucha molestia planificarla como es debido?