El tráfico de cocaí­na destruye a Haití­


Imagen de una protesta en Haití­. El conflicto sociopolí­tico de ese paí­s podrí­a verse agravado por el tráfico de cocaí­na.

La sola mención de su nombre cierra bocas y desví­a miradas, pero la cocaí­na está en todas partes en Haití­, una sociedad inestable explotada por traficantes deseosos de trasladar su mercancí­a a Estados Unidos.


«Es mejor no hablar de drogas», dijo un residente de Jeremie, poblado del suroeste de Haití­.

«Pero todo el mundo sabe que llegan en lanchas rápidas o aviones pequeños desde Colombia».

«Las entregas más frecuentes se realizan alrededor de la pení­nsula, cerca de Dame-Marie o de los cayos», dijo un policí­a bajo condición de anonimato.

«Uno puede rastrear la cocaí­na al seguir el dinero, incluso hasta los hogares de algunos de mis colegas y, a veces, la población local también quiere una tajada».

Haití­, que comparte la isla Hispaniola con la República Dominicana, es un punto atractivo para los traficantes que desean transportar la cocaí­na desde Colombia a Florida, Estados Unidos.

La conveniencia para los traficantes se apoya también en la debilidad del sistema legal haitiano, la facilidad con que se puede sobornar a la policí­a y una costa de 1.500 kilómetros de extensión, tan desprotegida que desde 1997 es patrullada por barcos y aviones de Estados Unidos.

Haití­ es un paraí­so para los traficantes pese a la presencia de 9.200 soldados de Naciones Unidas, enviados tras la caí­da del presidente Jean-Bertrand Aristide en 2004 y el posterior resurgimiento de la violencia.

«La cocaí­na no sólo llega por mar, pero frecuentemente en aviones, que aterrizan en pequeñas y clandestinas pistas e incluso los estadounidenses carecen de medios para proteger el espacio aéreo de Haití­», dijo un representante de la ONU para los derechos humanos asignado al contingente militar internacional, Thierry Faggart.

«La protección de la tierra, el espacio aéreo y la frontera marí­tima es una cuestión de dinero», agregó.

«Haití­ es un punto de escala y trasbordo de cocaí­na que va hacia Europa o Estados Unidos», dijo. «Es un problema desestabilizador a largo plazo».

El paí­s no produce ni consume el alcaloide, pero la droga corrompe varios sectores sociales de la nación más pobre del hemisferio occidental.

«El crecimiento del narcotráfico en Haití­ es una de las principales razones por las cuales la policí­a nacional, de apenas de 10 años de vida, fue tan rápidamente corrompida», explicó Faggart.

En una reciente visita a Estados Unidos, el presidente René Preval solicitó más ayuda a Washington, argumentando que su paí­s no tiene los medios para combatir a los traficantes.

Y en una reciente cumbre antidrogas en Santo Domingo pidió que no «se deje solos a los paí­ses pequeños» en una lucha que definió como de «titanes».