La tradición es el conjunto de conocimientos o creencias transmitidas de generación en generación. En sociedades como la nuestra, esta práctica es constante.
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El conocimiento tradicional no cuestiona la realidad, por el contrario, sólo admite causas y efectos como parte de la costumbre.
El 30 de junio pasado, cientos de personas (nuevamente) acompañaron el desfile militar que se realiza en esa fecha. Padres y madres cargaban a pequeños vestidos de soldados, marines y hasta kaibiles.
Es paradójico que en una sociedad en época de posguerra, dónde según informes de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico, el Ejército cometió numerosas y horrorosas masacres contra pueblos enteros, muchos puedan observar el despliegue castrense con semblantes de admiración, júbilo y respeto.
El Centro de Estudios de Guatemala (CEG), en su informe Balance de la Participación del Ejército en la Seguridad Ciudadana, resalta que éste «tradicionalmente» ha participado en la vida política y social, «llegando a estar imbricado en todas las estructuras del Estado: aparatos de seguridad, justicia, programas de desarrollo e infraestructura, negocios y finanzas».
Es comprobable, por lo tanto, que muchos ciudadanos «tradicionalmente» vean en el Ejército la fuerza disciplinada, con carácter, valor y patriotismo, capaz de responder a la necesidad de seguridad. De ahí la consigna que «es mejor tener militares que policías».
Lamentablemente esta visión es compartida por las autoridades que dirigen el país, y se ve reflejada en políticas de Estado, como la implementación de patrullajes combinados, que pese a pronósticos del presidente í“scar Berger, sectores conservadores y acomodados, han fallado rotundamente. Sólo en los primeros cinco días de julio, cerca de 40 personas fallecieron violentamente.
Asimismo, la inteligencia militar sigue manejando las investigaciones, que en época de paz, y según el Acuerdo sobre Fortalecimiento del Poder Civil y Función del Ejército en una Sociedad Democrática, corresponde a los civiles. Obviamente la operatividad militar difiere enormemente de la civil y los resultados son más que evidentes.
«La nueva función y misión de la institución militar debe circunscribirse a la defensa de la soberanía y la integridad del territorio, es decir, a la defensa militar del área nacional, y su participación en otros campos estará limitada a la cooperación. Es necesaria la nueva doctrina militar, que supere la visión autoritaria que aún persiste» concluye el CEG.
¿Y usted, por qué asistió al desfile?… «por tradición»