Bagdad vivía el sábado su segundo día bajo el toque de queda indefinido decretado tras los atentados en Sadr City, una medida que obligó al presidente iraquí, Jalal Talabani, a postergar su viaje a Irán, donde pretende obtener ayuda para acabar con la violencia confesional que sufre Irak.
Más de 300 personas murieron en Irak desde el jueves, día en que fue perpetrado en el barrio bagdadí chiita de Sadr City el atentado más mortífero desde la invasión de 2003, en el que 202 iraquíes fallecieron.
Las autoridades impusieron el toque de queda indefinido en la capital desde las 20H00 (17H00 GMT) del jueves para frenar la violencia.
El aeropuerto también fue cerrado, una medida que obligó al presidente, Jalal Talabani, a posponer su viaje a Irán para discutir con el país vecino la situación de inseguridad que vive Irak.
«No puedo acudir porque el aeropuerto está cerrado; si abre el domingo, entonces iré», explicó Talabani a los periodistas.
Talabani tenía previsto viajar a Teherán el sábado para entrevistarse con su homólogo iraní, Mahmud Ahmadinejad, y obtener su ayuda para estabilizar la situación en su país.
El ejército norteamericano anunció por su parte que mató el sábado a «diez terroristas» durante una operación contra «un taller de fabricación de explosivos artesanales» en Taji, al norte de Bagdad, según un comunicado castrense que precisa que hubo víctimas civiles.
«Mientras se acercaban a su objetivo, los soldados fueron blanco de disparos y mataron a diez terroristas. Durante el tiroteo, una mujer embarazada y un hombre joven fueron heridos. El joven murió poco después de su llegada al hospital. La mujer fue curada de sus heridas», indicó el boletín.
«Tras los combates», los soldados descubrieron varios escondites con «metralletas, armas antiaéreas y artefactos explosivos artesanales» que fueron destruidos en un ataque aéreo, agregó el texto.
El ejército norteamericano también precisó que 12 terroristas murieron en otra operación «al norte de Bagdad».
El viernes, una acción estadounidense contra «una célula de Al Qaida especializada en coches bomba» en Tarmiya, al norte de la capital, se saldó con la muerte de «cuatro terroristas» y la detención de otras seis personas, según otro comunicado.
Paralelamente, un colaborador del líder radical chiita Moqtada Al Sadr acusó el sábado a las tropas estadounidenses de alinearse con los rebeldes sunitas para perpetrar ataques contra la comunidad mayoritaria en Irak.
«Está claro que hay colaboración entre las fuerzas de Estados Unidos y los baasistas. Hay pruebas de ello», aseguró Sahib al-Amiri, secretario general de los Mártires de Alá, una organización religiosa asociada con el movimiento de Sadr.
El Baas era el partido único bajo el régimen de Saddam Hussein y fue disuelto tras el derrocamiento del ex dictador en abril de 2003 por una coalición militar estadounidense-británica.
El movimiento de Sadr amenazó el viernes con retirarse del gobierno y del Parlamento si el primer ministro, Nuri al Maliki, mantiene su reunión con el presidente norteamericano, George W. Bush, prevista a fines de noviembre en Jordania.
«Nos retiraremos del gobierno y del Parlamento si el primer ministro se reúne con Bush en Jordania», afirma en un comunicado el grupo político de Moqtada Sadr, que cuenta con 30 diputados en el Parlamento y varios ministros, entre ellos el de Sanidad y el de Comunicaciones, en el gabinete de unión nacional.
En el plano de la violencia, 21 hombres del pueblo de Imam Mansur, cerca de Baladruz, al noreste de Bagdad, fueron secuestrados durante la noche del viernes y sus cuerpos fueron encontrados el sábado, informó la policía.
Hombres armados entraron en el pueblo y se llevaron a los hombres, según la policía, que precisó que los cuerpos fueron encontrados el sábado por la mañana.
La provincia de Diyala, en la que se encuentra Baladruz, es una de las regiones iraquíes donde la violencia confesional causa más estragos.