El tono de la campaña



Creemos que una campaña polí­tica tiene que ser, en cierto sentido, apasionada y capaz de provocar entre los ciudadanos el suficiente interés como para que el ejercicio del sufragio se convierta en una fiesta cí­vica. La actual, en cambio, ha sido demasiado chata acaso porque los ciudadanos hemos perdido el interés por el tema polí­tico y porque estamos frente a un panorama que parece bastante decidido. No hay quién dude, hoy por hoy, que Colom y Pérez irán a segunda vuelta y todas las encuestas colocan al primero como ganador en esa segunda contienda, lo que por supuesto resta interés a la campaña y a la actividad de los partidos.

Surgen, sin embargo, en los últimos dí­as cambios importantes en el tono de los candidatos para referirse a los contendientes. El colmo ha sido que mientras los de la mano fuerte le dicen a su rival que es el de la «paloma aguada», unos y otros se cuestionan por actos de corrupción, por mentiras en el discurso electoral y por hechos concretos del pasado de cada uno de los candidatos. Si la idea de esto era «darle sabor al caldo», la verdad es que a la larga veremos que los ciudadanos rechazan esa práctica y serán más los inconformes, más los indecisos y más los que repudian la polí­tica por esas prácticas tradicionales.

La propuesta concreta de planes de trabajo pasa inadvertida para la población, lo cual nos confirma en la tesis de que nuestros votantes no quieren campañas sucias, pero tampoco están para cosas demasiado serias. En ese sentido, las reacciones a la presentación de planes evidencia lo que hemos dicho otras veces, en el sentido de que el elector guatemalteco exige poco y que por ello los polí­ticos prefieren dar poco y lo que dan es más insultos, engaños y promesas irrealizables, que compromisos lí­quidos y exigibles.

En las últimas horas, sin embargo, ha surgido un tema crucial y tiene que ver con la violencia que nos afecta a todos. El vicepresidente Stein y el residente Berger han adelantado que recibieron información confidencial desde Honduras sobre lo que ocurrió allá para las elecciones y les parece sospechoso que aquí­ esté ocurriendo exactamente lo mismo. Concretamente es el tema del asesinato de los pilotos del transporte urbano, tema que en Honduras se usó para captar la atención de un público harto de la inseguridad y del problema de las maras. No rindió fruto porque la gente se dio cuenta de la manipulación que, inclusive, hizo más poderosas a las maras, pero se trata de un tema muy delicado que debe ser investigado a fondo.

Creemos que las campañas deben permitir dilucidar diferencias, pero también conocer verdades. Rechazamos el insulto, la campaña negra, el ataque artero y la bajeza. Pero exigimos que se hable con la verdad, que se discutan hechos y realidades y que las mismas se ventilen con seriedad, sin tapujos ni desvarí­os.