El tiempo perdido


Editorial_LH

En otros lugares es cierto aquello de que el tiempo perdido hasta los santos lo lloran, pero en Guatemala no, porque es parte de nuestro ejercicio regular eso de andar entreteniendo la nigua y mientras más urge algo, mientras más importante es, más vueltas le damos para no abordar las cosas con diligencia y prontitud.  A los diputados les vino a caer como anillo al dedo este relajo por la renuncia que no fue renuncia del ministro de Finanzas, porque es un excelente pretexto para llegar a la Semana Santa gozando de una vacación anticipada, sin abordar las leyes de transparencia ni siquiera para estudiarlas y leerlas.


No digamos que las comisiones, en un arranque de celo patriótico, se pongan a trabajar para tener listos los dictámenes respectivos para cuando la Corte celestial baje o suba el dedo en cuanto a la interpelación que se quedó a medias porque el ministro se cansó de perder el tiempo. Las leyes de transparencia son absolutamente necesarias y tienen que ser objeto de un profundo análisis, porque las enviadas son un mamarracho que tiene que ser corregido por el pleno del Congreso, pero para ello tiene que haber un trabajo serio, intenso y, desde luego, previo de las comisiones de transparencia, de probidad y de legislación.

Cómodo resulta decir que no harán nada hasta esperar a lo que diga la Corte de Constitucionalidad, pero en resumidas cuentas ya se volaron todos estos días más lo de la Semana Santa haraganeando a lo grande, demostrando de qué madera están hechos nuestros representantes, porque a pesar de tener entre manos asuntos de gran importancia y envergadura, prefieren encontrar la excusa que les permita perder el tiempo con la sensación de que no es culpa de ellos, que están detenidos por un trámite legal.

Si el pleno se equivocó al trasladar las leyes a las comisiones antes de tiempo, porque no actuó correctamente con lo de la interpelación, eso no convierte el estudio de la iniciativa en algo prohibido, algo imposible. Por el contrario, mientras el resto del Congreso literalmente huevonea a lo grande esperando lo que diga la CC, los miembros de las comisiones tendrían que estarse quemando las pestañas para adelantar el trabajo y así cuando termine todo el merengue de la interpelación, se le pueda entrar de lleno al tema crucial de la aprobación de las normas que establezcan castigo, Dios mediante, a los largos y sinvergüenzas tanto del sector público como a los contratistas que se embolsan indecorosamente el dinero del pueblo mediante actos de corrupción que constituyen un delito de lesa patria.

Minutero:
Resulta que en el Congreso 
no les gusta trabajar
y no lo harán al regreso
de tantos días de holgar