El terror vino del mar


El pueblo de India marcha con antorchas por los ataques en Mumbai.AFP/STR

El terror que arrasó Bombay la semana pasada llegó por el mar.


Bharat Tandel, un modesto pescador de Bombay, se convirtió el pasado miércoles en testigo directo del desembarco de los autores de los ataques que dejaron 188 muertos, lisa y llanamente porque decidió no ver el partido de cricket, el deporte nacional, que disputaban nada menos que India e Inglaterra.

Pura coincidencia o nueva muestra de la meticulosa planificación de los atentados, los ataques islamistas contra varios blancos de Bombay comenzaron cuando cientos de millones de indios miraban por televisión cómo su equipo batí­a por quinta vez consecutiva a la antigua potencia colonial en un partido de cricket.

«Estaba sentado sobre un saco de pescado seco, cuando las lanchas fuerabordas se aproximaron», explica señalando con el dedo el punto del rí­o, a unas decenas de metros del mar, donde los barcos de los asaltantes esperaron la subida de la marea.

«Como fue en pleno partido de cricket y soy el único al que no le gusta, no habí­a nadie, excepto yo», asegura este hombre bigotudo de unos 50 años.

«Cuando bajaron, me di cuenta de que llevaban mochilas y me pareció extraño», continúa. «Y les pregunté qué hací­an y me respondieron que no me incumbí­a».

«Tení­an prisa: unos se dirigieron hacia Nariman House y otros al restaurante Leopold», añadió Tandel, en referencia a dos de los objetivos atacados. «Entonces, llamé a la policí­a», afirma.

Los asaltantes efectuaron una serie de ataques coordinados contra la estación de trenes de Bombay, ese conocido restaurante, el centro cultural judí­o y dos hoteles de lujo, el Taj Mahal y el Oberoi.

«Llegaron en lanchas fuerabordas el 26 de noviembre por la noche», explicó el director y ex presidente de la Cofrafí­a de Pescadores, Parshuram Meher. Nada más llegar «se quitaron los chalecos salvavidas y se pusieron sus mochilas», agregó.

«Cuando llegaron estos hombres (a «Koli wada», un pueblo de barracas habitado por pescadores), algunos de los allí­ presentes les interrogaron, porque no eran del barrio», añadió. «Les contestaron que se metieran en sus asuntos y se marcharon rápidamente».

«De todas maneras, no habrí­amos podido controlarles. Desde hace varios meses, los pescadores deben mostrar unas tarjetas de identificación y los papeles de sus embarcaciones, pero sólo las tienen el 10 o el 20%», explicó Meher.

Según la versión oficial, Bombay fue atacado por una decena de individuos, llegados desde el mar de Arabia. Se aproximaron a la ciudad a bordo de un pesquero indio, el «Kuber», secuestrado en alta mar y lanzaron al agua dos fuerabordas con las que llegaron a tierra, según informaron los medios indios y la agencia nacional Press Trust of India.

Los cadáveres de los tripulantes del Kuber fueron hallados en el mar y el del comandante en el barco a la deriva, con las manos atadas y degollado, según los guardacostas.

Así­, los asaltantes islamistas siguieron al pie de la letra los manuales sobre terrorismo.

Durante 60 horas, los asaltantes atacaron y se apoderaron de una decena de objetivos concretos y estratégicos de Bombay, donde retuvieron como rehenes a ciento rehenes a cientos de personas.

Según el último balance oficial, 188 personas murieron en esos ataques y otras 313 fueron heridas. De los fallecidos, al menos 22 eran extranjeros, icluido una mexicana.

Unos dí­as antes de los atentados, uno de los servicios de inteligencia indios habí­a difundido informes sobre un inminente ataque en la costa oeste del paí­s por el mar de Arabia.

Pese al clima de reproches y de acritud que se ha apoderado del paí­s, Bharat Tandel no lamenta no haberse convertido en un «héroe», tal como destacan los medios indios sobre aquellos que se enfrentaron a los terroristas.

«Diez minutos después de su marcha, escuché disparos procedentes de Nariman House. Sospeché que eran ellos, pero si hubiésemos intentado detenerles, nos hubieran matado a todos», concluye.