El terror se apodera de Oslo


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Un pistolero noruego vestido de policí­a hizo señas a sus ví­ctimas para que se acercaran antes de dispararles una a una, matando a 84 en una espantosa serie de asesinatos perpetrada en una idí­lica isla de esta nación nórdica.

La tragedia en la isla que ayer se produjo horas después que una explosión de gran magnitud causara detrozos y dejara siete muertos en un edificio alto que albergaba la oficina del primer ministro en Oslo.

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Por BJOERN H. AMLAND y LOUISE NORDSTROM
OSLO / Agencia AP

Hubo quien comparó el lugar de la explosión en la capital noruega con la de los ataques del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos.

El mismo hombre —un noruego rubio de ojos azules con supuestos puntos de vista antislámicos y de fundamentalista cristiano— es el sospechoso en ambos atentados. Ha sido acusado en forma preliminar de actos de terrorismo.

En la isla de Utoya, los aterrorizados adolescentes que asistí­an a un campamento del ala juvenil del Partido Laborista se lanzaron al agua o se hicieron los muertos para evitar al agresor. El ataque tal vez duró 30 minutos antes de que llegara un comando de élite para situaciones de emergencias, dijo la Policí­a.

El primer ministro Jens Stoltenberg dijo que ambos ataques convirtieron ayer en el dí­a más letal para Noruega en tiempos de paz.

«Esto es incomprensible. Es una pesadilla. Una pesadilla para quienes fueron asesinados, para sus madres, padres, familias y amigos», expresó hoy Stoltenberg a la prensa. El primer ministro y la familia real de Noruega visitaron a parientes de los jóvenes baleados.

La cifra de muertos en ambos ataques alcanzó hoy a 91 y la Policí­a dijo que podrí­a elevarse a medida que encuentren más cadáveres en las aguas de la isla.

Aunque la Policí­a no reveló el nombre del agresor, la televisora nacional NRK lo identificó como Anders Behring Breivik, de 32 años, e informó que la Policí­a registró su departamento en Oslo durante la madrugada. NRK y otros medios noruegos publicaron fotos del noruego.

Un vendedor de fertilizantes dijo que el sospechoso habí­a adquirido seis toneladas de la sustancia antes de los ataques. El fertilizante puede ser utilizado para fabricar bombas.

Un hombre que dijo traer un cuchillo fue arrestado en momentos en que se difundí­a información de que el atacante noruego podrí­a no haber actuado solo. La Policí­a investiga los relatos de testigos de que habí­a un segundo atacante.

El jefe policial interino, Roger Anderesen, dijo desconocer cuántas personas continúan desaparecidas. El hospital de la Universidad de Oslo dijo que habí­a recibido a 11 heridos de la escena del estallido de la bomba y a 16 del campamento donde el hombre baleó a los jóvenes.

La matanza comenzó ayer en la tarde en Oslo, cuando la bomba sacudió el centro de Noruega. Casi dos horas después, el ataque a tiros comenzó en la isla, dijo un policí­a, quien solicitó el anonimato debido a que la información no la habí­a difundido la corporación de manera oficial.

El individuo utilizó armas automáticas y pistolas, dijo. Se desconocí­a hoy si los expertos habí­an logrado desarmar una bomba que, según el agente, no hizo explosión.

La detonación en Oslo, la capital de Noruega donde se entrega el Premio Nobel de la Paz, dejó una plaza cubierta de fragmentos de metal retorcido, vidrios rotos y papeles provenientes de edificios circundantes. El lugar, el cual quedó cubierto de polvo después de la explosión, recordó a un visitante los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos.

La gente «estaba rodeada de escombros» y caminaba por «una niebla de destrozos», dijo Ian Dutton, quien se encontraba en un hotel cercano.

ATENTADOS
Europa horrorizada


Por GEIR MOULSON
BERLIN / Agencia AP

Los europeos reaccionaron hoy con horror y compasión al doble atentado en Noruega, y hubo exhortaciones a combatir la intolerancia de la extrema derecha que se sospecha fue el móvil del atacante.

Una explosión masiva en el centro de Oslo ayer fue seguida por un tiroteo horripilante en una isla donde se realizaba un campamento del ala juvenil del Partido Laborista, de tendencia centro-izquierda, al que pertenece el primer ministro. El sospechoso de ambos atentados es un noruego con supuestos puntos de vista antislámicos y de fundamentalista cristiano.

Aunque sus antecedentes aún no están del todo claros, «se dice que el odio fue un motivo», dijo la canciller alemana, íngela Merkel, a reporteros en Berlí­n. «El odio a los demás, el odio a aquellos que se ven diferente, a los supuestos extranjeros… ese odio es nuestro enemigo común».

«Todos los que creemos en la libertad, el respeto y la coexistencia pací­fica debemos enfrentar este odio», agregó.

Thorbjorn Jagland, el secretario general del Consejo de Europa y presidente del Premio Nobel de la Paz que se entrega en Oslo cada año, dijo que el ataque al campamento juvenil parecí­a tener la intención de «lastimar a ciudadanos jóvenes que participan activamente en nuestra sociedad polí­tica y democrática».

«Pero no nos debemos amedrentar», agregó. «Necesitamos trabajar por la libertad y la democracia todos los dí­as».

«El hecho que el responsable al parecer viene de la extrema derecha demuestra una vez más lo peligrosas que son las ideologí­as racistas y antiextranjeras», afirmó el Partido Verde de la oposición alemana en un comunicado. «No podemos permitirles ni una pulgada de espacio en nuestras sociedades».

El máximo lí­der judí­o en Alemania también hizo énfasis en la necesidad de combatir el extremismo.

«Como un grupo que siempre ha sido amenazado por el odio, el fanatismo y el terrorismo, nos podemos identificar especialmente con la terrible pérdida de la sociedad noruega», dijo Dieter Graumann, según reportó la agencia de noticias alemana Dapd.

El nuncio apostólico del papa Benedicto XVI en Noruega calificó los atentados como «una locura».

«Todos estos actos son irracionales y difí­ciles de comprender, así­ tengan motivos personales o polí­ticos», dijo el arzobispo Paul Tscherrig a Radio Vaticano. Agregó que la Iglesia católica reza por la ví­ctimas, quienes serán recordadas durante la misa del domingo.

El presidente del Parlamento europeo, Jerzy Buzek, dijo que estaba horrorizado por el ataque a los jóvenes en el campamento del partido polí­tico.

«Esto es una tragedia incomprensible para las familias que perdieron seres queridos, personas jóvenes que empezaban su vida adulta, fascinadas con el servicio público», dijo. «Es impactante cómo alguien puede infligir tanto mal».

SOBREVIVIENTES
Escenas de horror


Por BJOERN H. AMLAND
SUNDVOLLEN / Agencia AP

El hombre con uniforme de policí­a gritó a las personas en el campamento que se acercaran. Cuando lo hicieron, las mató.

El hombre que asesinó al menos a 84 personas en un campamento juvenil en una isla al noroeste de Oslo utilizó su disfraz para atraer a sus ví­ctimas, luego les disparó dos veces para asegurarse que estuvieran muertas, dijeron hoy sobrevivientes en el poblado de Sundvollen, a donde fueron trasladados tras la masacre de ayer.

«Ví­ a mucha gente muerta», relató Elise, cuyo padre Vidar Myhre, no quiso que revelara su apellido. «Primero él atacó a la gente en la isla. Después, comenzó a abrir fuego contra las personas que estaban en el agua».

Elise dijo que se ocultó detrás de la misma roca donde estaba parado el atacante.

«Podí­a oí­r su respiración desde arriba de la roca», señaló.

Asustada, la niña llamó por teléfono a sus padres y les susurró lo que estaba sucediendo.

«Me dijeron que no entrara en pánico y que todo iba a estar bien». Sus padres también le dijeron que se quitara una sudadera de colores brillantes que traí­a puesta para no atraer la atención.

Agregó que era imposible decir cuántos minutos pasaron mientras ella esperaba a que el agresor se detuviera.

Los sobrevivientes describen una escena de terror en el campamento, que es organizado por la rama juvenil del gobernante Partido Laborista. Cientos de jóvenes esperaban ansiosos un discurso que el primer ministro Jens Stoltenberg darí­a hoy en ese lugar.

La Policí­a informó que el hombre arrestado en el tiroteo es un noruego que también colocó una bomba que mató a siete personas afuera de las oficinas del primer ministro en Oslo, a unos 35 kilómetros (20 millas) del campamento en la isla de Utoya.

Muchos de los sobrevivientes parecí­an tranquilos mientras sus ansiosos padres los recogí­an en un hotel de Sundvollen, pero las historias que contaban eran de terror total.

Dana Berzingi dijo que el falso policí­a le ordenó a la gente juntarse, luego sacó armas y municiones de una bolsa y comenzó a disparar.