La desconfianza de la población tiene fundamentos ancestrales. Guatemala es un país donde los gobiernos no han cumplido con su deber y sus funciones han sido totalmente discrepantes con la moral, lo honesto, lo decoroso, lo honrado e íntegro. Por el contrario, el Estado ha sido siempre invadido por seres plagados de inmoralidad, injusticia y deshonestidad. Este escenario ha sido el que ha establecido y promovido la desconfianza poblacional; el subdesarrollo; la pobreza extrema de una fuerte cantidad de sus habitantes; la criminalidad; la trampa y el constante recelo de unos para con otros. Guatemala está introducida entre el fango y pocos lo ven en su real dimensión.
Los políticos y los burócratas trabajan a la sombra, a escondidas, a hurtadillas, furtivamente, a las espaldas de la población para que ésta no pueda fiscalizarlos. Trabajan en contubernio con los que manejan las economías fuertes en Guatemala, respaldados y cuidados sus intereses por el Ejército. La República de Guatemala está atrapada en una gran trampa. Es parte de lo que vislumbra la población, agobiada por la casi total falta de oportunidades de trabajo y de poder ganarse la vida y la de sus familias. En consecuencia, población civil y los dueños del dinero y el gobierno se ven como enemigos que desconfían uno del otro.
El presidente Otto Pérez, por medio de falacias engañó a gran parte de la población con propaganda, según los medios, valorada en 170 millones de quetzales que tienen que pagar él y su compañera de lucha. La deuda del dueto es la razón por la que se han disparado los insumos básicos para la sobrevivencia de la población, incluyendo Canasta Básica, gasolina, incremento de impuestos, gas propano, impuesto de circulación de vehículos e incremento de la violencia con los crudos asesinatos que ahora pululan. ¡Qué cerca y qué lejos están las promesas de campaña!
La vulgar masacre cometida por el Ejército de Guatemala en Totonicapán es un ejemplo desgraciado de lo que verdaderamente ocurre en Guatemala. El presidente Otto Pérez, inmediatamente después de conocido el inhumano acto en contra de pobladores pacíficos de los Ocho Cantones de Totonicapán, aseguró a los medios de comunicación que el Ejército no había disparado. Después se contradijo y declaró que los soldados habían disparado “al aire”. ¿Cuánto tiempo creyó el presidente Otto Pérez que duraría su mentira ante las instancias nacionales e internacionales?
Los pacíficos campesinos pararon el tráfico en la Cumbre de Alaska con el fin de llamar la atención y protestar por el abuso autoritario del gobierno al concesionar tierras dentro de su territorio, para seguir dilapidando los recursos naturales de Guatemala. Los pobladores campesinos de los Ocho Cantones tienen conocimiento de la inconstitucionalidad de la concesión gubernamental avalada y respaldada por el ya tristemente deshonrado Ejército de Guatemala.
El enemigo interno de Guatemala y de los guatemaltecos sigue socavando y despilfarrando sin empacho los recursos naturales, patrimonio de la Nación. La riqueza de Guatemala se escapa entre los dedos de quienes los venden por coimas irrelevantes ante la magnitud del daño causado a la República y sus habitantes. Reciben gratificaciones millonarias que enriquecen con ignominia a pocos malos hijos de Guatemala, mientras sus congéneres mueren de hambre y desaliento en la más infame pobreza y pobreza extrema. ¡Es el pertinaz ataque del tenebroso enemigo interno!