El tema de la familia



Movidos por un puritanismo aldeano y trasnochado, diputados guatemaltecos están discutiendo una normativa legal que trata de definir la familia. Pese a que nadie en nuestro medio está promoviendo ideas como la del matrimonio entre homosexuales, los representantes tuvieron la «ideota» de atajar cualquier posibilidad mediante la emisión de una ley en la que se defina de manera muy precisa el concepto de familia y al hacerlo dejaron fuera a todos aquellos que por una u otra razón viven sin la presencia fí­sica de alguno de sus padres.

Según la redacción de la normativa que discuten los diputados, no hay familia si no existen padre, madre e hijos unidos los primeros de conformidad con la ley ya sea mediante el matrimonio o mediante la unión de hecho, extrema y al parecer magnánima concesión hecha por los legisladores bajo influencia que recuerdan aquellos tiempos de la terrible inquisición.

De hecho, nuestra legislación es extensa para regular todo el derecho de familia y ninguna falta hace el mamotreto que están conociendo los diputados bajo la influencia, indudablemente, de los grupos más conservadores de ciertas confesiones religiosas. Pero no dicen, por ejemplo, que legalmente no se puede objetar la celebración de contratos entre personas del mismo sexo por medio de los cuales deciden compartir no sólo sus vidas sino sus bienes y hasta heredárselos entre sí­ por la ví­a de instrumentos legales que les establecen derechos y les crean obligaciones mutuamente aceptadas de conformidad con nuestro ordenamiento legal.

En un extremo de mojigaterí­a, los diputados guatemaltecos están haciendo un daño muy serio a miles de personas que viven en núcleos familiares que dejarí­an de tener derecho a tal reconocimiento si fuera aprobada tal patraña. Los hijos de padres y madres solteros, así­ como los hijos de padres divorciados o los huérfanos que viven con otros familiares dejarí­an de poder llamar familia a su núcleo de convivencia simplemente porque para satisfacer a la más radical cachurequerí­a, los diputados guatemaltecos nos regresan a perí­odos muy anteriores al trasnochado decimonónico.

Creemos en la protección de la familia y que el Estado tiene que jugar un papel especial en ello, pero tal protección no se logra marginando a quienes por infortunio no pueden gozar de esa plena integridad que definen ellos como la única familia aceptable ante la ley. Habiendo tantas cosas importantes por hacer en Guatemala y que demandan la atención de los legisladores, no deja de preocupar que dediquen su tiempo y su esfuerzo a congraciarse con las corrientes del más rancio conservadurismo y sin el menor sentido de la realidad. Ojalá que en un raro arranque de raciocinio, den marcha atrás y enví­en al cesto de la basura la absurda iniciativa.