Una de las características del actual gobierno de Guatemala es su marcada sumisión ante los intereses de las compañías transnacionales, que han convertido al país en el campo fértil para el saqueo de los recursos naturales.
Hace algunas semanas, el diario Prensa Libre, denunció las presiones que habrían estado ejerciendo poderosas empresas mineras extranjeras, a efecto de obtener las licencias para extraer hierro en las playas de la Costa Sur, sin considerar el impacto negativo a los ecosistemas, daños en áreas turísticas y construcciones particulares, así como efectos negativos a los medios de subsistencia de miles de personas.
El estimado amigo Eduardo Villatoro, compañero columnista en las páginas de LA HORA, con mucha firmeza ha expresado su categórica oposición a las posibles autorizaciones que podrían poner en riesgo la necesaria protección del medio ambiente.
Son loables los méritos de Guayo, quien como defensor de la libre emisión del pensamiento ha enarbolado la bandera de la dignidad, dando a conocer los riesgos que este tipo de operaciones puede tener para el presente y futuro del país, mientras que el beneficio económico es sólo para las firmas internacionales y sus socios locales.
El tema debería ser de mucha preocupación pues no se limita sólo a las intenciones de extraer el hierro de las playas guatemaltecas, sino también la pretensión de instalar una planta de gas propano en la Punta de Manabique, en Izabal, lo que entraña el peligro de derrames o fugas, así como el riesgo de incendios de catastróficas proporciones.
Es fácil colegir que en estos casos están de por medio millonarias cantidades de dinero, con las cuales se pueden conseguir muchas cosas.
La valiente postura de Eduardo Villatoro, ha generado diferentes reacciones intimidatorias. Con mucha claridad y sin dobleces, denunció que personas anónimas lo han estado amenazando por la vía telefónica, advirtiéndole que su vida corre peligro si continúa escribiendo este tipo de artículos. Lamentablemente, en Guatemala sigue prevaleciendo la cultura del terror.
A estas alturas, las autoridades del Ministerio de Gobernación, del Ministerio Público y de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala, CICIG, de oficio ya deberían estar investigando estas graves amenazas, además de brindarle la protección necesaria para garantizar su integridad física.
Es inaudito hablar de democracia en un país en donde se atropella uno de sus pilares fundamentales, como es la libre expresión del pensamiento. Vaya para Guayo Villatoro mi profunda solidaridad y apoyo en estos momentos de dura prueba en que enfrenta a grandes intereses que tratan de silenciar su voz.