Durante el conflicto armado interno que sufrió Guatemala durante 36 años, se han establecido innumerables pérdidas humanas que provocaron una ruptura del tejido social. Como consecuencia, muchas organizaciones de resistencia han tenido dificultades para organizarse, pues los principales líderes desaparecieron durante el período referido.
La guerra provocó un cambio de actitud en el guatemalteco, que se volvió sumiso, obediente, callado, sin propuestas, etc. La sociedad guatemalteca en general lo resintió; por ello, se ha considerado tan importante la necesidad de reconstruir el tejido social.
Nada distinto es en el campo de la cultura y el arte. La mayoría de intelectuales y artistas se vieron forzados a partir en el exilio, como Augusto Monterroso y Otto-Raúl González, o a morir en las fauces de la violencia, como Luis de Lión y Otto René Castillo.
En consecuencia, el tejido cultural colapsó, haciendo entrar en crisis el arte nacional a falta de exponentes.
Como estrategias del cambio para vivir en paz, se deben adoptar medidas para recuperar la memoria y para cultivar de nuevo la organización social y cultural. Como parte de nuestro aporte para este proceso, recordamos hoy al poeta guatemalteco Roberto Obregón, que fuera desaparecido hace décadas en un mes de julio, provocando la ruptura, además, del grupo de poetas «Nuevo Signo».
Roberto Obregón no fue ciertamente un militante insurgente, pero su poesía sí era revolucionaria y crítica contra el poder, de tal suerte que le mereció su desaparición.
No se sabe si fueron las fuerzas guatemaltecas o las salvadoreñas que lo hicieron desaparecer, asunto que hoy le importa tan poco a ambas naciones, pues, así como éste, no se interesan en dar a conocer la verdad de los hechos, pese a la protesta pública por su pronta reaparición.