La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera al suicidio como un problema de salud pública enorme, pero prevenible. En Guatemala, el tema es poco discutido, pese a que el mismo ha crecido conforme la violencia se generaliza.
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Marco Antonio Garavito, de la Liga Guatemalteca de Higiene Mental, considera que la falta de datos certeros que evidencien la magnitud real de problema representa una de las principales razones por las cuales se carece de una política pública integral que atienda a la población.
Se debe resaltar que datos certeros sobre la situación del suicidio en Guatemala no existen, como en muchos otros temas. Ni los hospitales, ni el Ministerio de Salud, ni la Policía, ni el Ministerio Público, ni el Sistema Forense, manejan datos. Todos refieren que no es su responsabilidad», criticó Garavito.
Además de la carencia de estadísticas, Garavito considera que el suicidio sigue siendo un tema tabú, debido a la estigmatización social que conlleva. El entrevistado refiere que la razón fundamental de tal situación, es que «el Estado se muestra ajeno a la problemática de la juventud, por lo que evidencia desatención e irresponsabilidad».
?gNaturaleza urbana»
Garavito expone que generalmente el tema ha tenido una apreciación de naturaleza urbana, ya que existe poca posibilidad de conocer lo que ocurre en el interior del país, cuyos casos pueden quedar al margen.
Sin embargo, la siquiatra Alejandra Flores, coordinadora del Programa Nacional de Salud Mental, indicó que desde esta instancia han trabajado en varias regiones rurales del país, donde se ha detectado una alta incidencia de suicidios, principalmente en jóvenes.
?gSe ha notado un alza en suicidios en adolescentes, en ciertas áreas de Nebaj, Quiché; Rabinal, Baja Verapaz y algunas áreas de Chiquimula, principalmente en jóvenes entre los 15-21 años, que se suicidan con insecticidas porque no se regulan su distribución ni fabricación», indicó Flores.
En el 90% de los casos, cuando un ser humano decide cometer suicidio sufre de una enfermedad mental, es decir, trastornos depresivos, de angustia o sicóticos. Al menos un mes antes de cometer el suicidio, la persona acudió a algún servicio de salud, privado o público, pero no se le tomó en serio.
En Guatemala, una de las formas más frecuentes de cometer el suicidio en el hombre es el ahorcamiento, y en la mujer la intoxicación.
En la Clínica de Psicología del Hospital General San Juan de Dios se ha atendido, en lo que va del año, unos 80 casos. Según María Teresa Gaytán, encargada del área, la mayoría de los pacientes oscilan entre los 16-27 años. El 10% de los atendidos provenían de Escuintla, Jalapa y Puerto Barrios.