Los maestros por contrato son sin duda uno de los segmentos de la sociedad que más sufrimientos laborales han estado afrontando durante los últimos años, pero especialmente en lo que va del actual gobierno del general Otto Pérez Molina.
Los inconcebibles atrasos en el pago de sus salarios de los meses de enero, febrero y marzo del presente año, y en otros casos la demora en la renovación de los respectivos contratos, configuran en buena medida el calvario de que son víctimas estos abnegados profesionales de la educación.
Todo esto podría terminar de una vez por todas, si en las esferas del gobierno hubiera voluntad para incorporarlos como trabajadores permanentes en las planillas del Presupuesto Nacional.
En lugar de despilfarrar tantos millones de quetzales en propaganda demagógica para satisfacer el ego de imagen del Presidente y de la Vicepresidenta, prioritariamente se deberían atender los problemas de la educación y la salud, que son básicos para el desarrollo de la Nación.
Al momento de redactar esta columna, nos enteramos que las dependencias encargadas comenzaron a pagar los salarios atrasados, en medio del ultimátum de los maestros de que iban a protestar en las calles de la capital y de los departamentos.
También ha salido a la luz pública, que no se ha procedido a la renovación de los contratos de los profesores de las escuelas nocturnas y que ello está desmotivando a los estudiantes. Ojalá no sea el presagio de una política para cerrar estos importantes templos del saber.
Es bueno recordar que las escuelas nocturnas, son una creación del presidente Juan José Arévalo Bermejo, durante el primer gobierno de la gloriosa Revolución de Octubre de 1944.
El licenciado Jaime Barrios Archila, dice en la Biografía Mínima del Doctor Juan José Arévalo, que de esas escuelas han egresado profesionales para todos los campos y que de no haber existido tales centros, esas personas “habrían continuado durante muchos años más doblando sus espaldas en las fábricas o en el empleo sin calificación”.
El presidente Arévalo consideraba al Magisterio como la más elevada de las profesiones, pero lo que hace el actual gobierno es humillar a los maestros al atrasarles el pago de sus salarios o demorar la renovación de sus contratos de trabajo.