El referendo sobre el proyecto de Constitución para Ecuador, mañana, se cumplirá en momentos en que el «socialismo del siglo XXI» en Sudamérica atraviesa una dura crisis con Evo Morales en Bolivia, y cuando su aliado venezolano Hugo Chávez ve debilitado su poder.
El presidente ecuatoriano Rafael Correa asumió el cargo el 14 de enero de 2007 en una simbólica ceremonia indígena en la que sus padrinos fueron Morales y Chávez.
La imagen de los tres presidentes simbolizaba el eje de una izquierda antiimperialista que se formaba en América Latina.
«Los tres prometieron grandes cambios, y el punto de partida era cambiar la Constitución, porque (según ellos) el sistema era irreparable. Había que comenzar con una nueva Constitución», dijo Peter de Shazo, director del Centro de Estudios Internacionales y Estratégicos (CSIS) para las Américas.
«En los tres países también habían fracasado los partidos políticos tradicionales», estimó Shazo en diálogo telefónico desde Washington.
Sin embargo, Morales no pudo aprobar su proyecto boliviano con el que promovía una política centralista, reforma agraria y una nueva repartición de los recursos energéticos.
El rechazo a sus planes, en cinco departamentos ricos del sur de Bolivia, llevó a principios de septiembre a violentos enfrentamientos donde unas 18 personas perdieron la vida y provocó el temor de observadores sobre una guerra civil.
Pese a la crisis política, Morales espera salvar su proyecto de Constitución organizando un referéndum para diciembre.
«Chávez mantiene una popularidad entre el 50% y 55%, pero la escasez de productos de primera necesidad, la delincuencia y las dificultades económicas llevaron a un creciente desencanto» en Venezuela, señaló Michael Shifter, especialista en países andinos del Instituto de Estudio Inter-Americano.
Aunque en 1999 Chávez consiguió aprobar rápidamente una nueva Constitución, en diciembre de 2007 su referéndum sobre el texto constitucional no convenció y fue rechazado.
De los tres líderes socialistas el mejor parado parece ser Correa, quien ha obtenido un apoyo sin precedentes en tres elecciones consecutivas. Aunque no aspira a nacionalizar los recursos como Morales, plantea una mayor intervención del Estado en la planificación de la economía.
La iniciativa introduce reformas que regulan el libre mercado y permiten la reelección presidencial, con lo que Correa podría quedarse en el poder hasta 2017.
La oposición de derecha, la cúpula eclesiástica y los empresarios que se oponen al texto no lograron combatir una fuerte política de programas sociales que impulsó el Ejecutivo con subsidios a la vivienda, salud y educación, en un país dónde un 50% de la población vive bajo el umbral de pobreza.
Correa es un «populista, un gran intolerante, con espíritu totalitario, quien maneja los recursos del Estado de manera arbitraria, declaró a la AFP el ecuatoriano Vladimiro Alvarez, columnista de derecha y politólogo.
El también ex candidato presidencial observó que «se aprovecha de la ingenuidad de las personas sin fortaleza intelectual suficiente para poder discernir», pero admite que mientras la fuente de ingresos petroleros se mantenga alta (70% de los recursos del país) su proyecto será sostenido.
El mandatario ecuatoriano, el último de los tres dirigentes en ser elegido, deberá lograr la aprobación del proyecto de Constitución, que según el promedio de los sondeos obtendría un 57% de los votos.
Pero según Shifter, a medio plazo podría tener dificultades parecidas a las de Morales, si los empresarios de Guayaquil se oponen con fuerza a su centralismo, o de Chávez, si una caída del precio de petróleo recorta los recursos del Estado para programas sociales.