Todas las cofradías, hermandades o asociaciones de pasión de la Cuaresma y la Semana Santa guatemaltecas poseen como distintivo de sus cortejos procesionales un estandarte, el cual hace alusión a la imagen de culto devocional que es custodiada por la entidad.

Universidad de San Carlos de Guatemala
Pero ante todo, el estandarte representa a la cofradía, hermandad o asociación como símbolo de su existencia y de su disposición a la defensa de la fe cristiana católica, emulando a los portados por los ejércitos de cruzados que durante la denominada Edad Media defendieron en nombre de la cristiandad y del mundo europeo occidental los lugares sagrados para la tradición cristiana en el Oriente Próximo, así como también rutas de comercio y de alta influencia política.
El origen del estandarte, como un elemento simbólico que ratifica la presencia de alguien o de una institución de importancia, es probable que se remonte a la Roma imperial, cuando los emperadores y altas dignidades militares utilizaban el vexillum, el cual era un estandarte pequeño que en el caso del emperador simbolizaba su poder como conductor del imperio, mientras que en lo militar representaba la orden de batalla y las divisiones de las legiones, por lo que a las divisiones en una legión se les denominó vexillationes, o sea que se identificaban con un vexillum. Esta tradición no fue ajena a Constantino (272-337; emperador de Roma del 306 hasta su muerte), quien al legalizar y legitimar el cristianismo como religión en el imperio romano, de occidente hasta Bizancio por medio del Edicto de Milán del año 313, adoptó como vexillum el llamado lábaro, que era otro nombre para representar el símbolo imperial en un pendón horizontal sobre una tela vertical, colocando Constantino el cristograma o monograma de Cristo, consistente en las letras X y P las cuales a su vez corresponden a las letras del alfabeto griego “ji” y “ro” que son las iniciales del nombre de Cristo en griego (Χριστός) traducido como khristós que significa “el ungido”. Es por ello que a este primer lábaro o estandarte cristiano se le ha llamado crismón, por ser el pendón que representó por primera vez de esa forma la adhesión al cristianismo por una forma estatal, concediéndole amplitud y poderes ideológico políticos.
A partir de aquel contexto, tanto los ejércitos de las Cruzadas como las monarquías y los señores feudales adoptaron los estandartes como símbolos de la representación de su poder, utilizándolos en batallas y en espacios territoriales. Al sustituir la Iglesia cristiana al poder imperial de Roma en el decurso del Medioevo, su alta jerarquía, las órdenes religiosas y los consecuentes grupos posteriores que se organizaron en cofradías para el mantenimiento de la doctrina de la fe, tomaron los estandartes como representación simbólica de su presencia y de sus acciones.
Cuando la Iglesia se convierte en la institución medular del dominio ideológico durante la invasión y colonización española en América, las cofradías que se formaron para llevar a cabo los actos litúrgicos y paralitúrgicos de evangelización hicieron uso de estandartes y pendones, tal y como consta en los escritos de Agustín Dávila Padilla –cronista del virreinato de Nueva España, es decir México- y de Francisco Ximénez –cronista dominico en el Reino de Goathemala- en los que se describen las actividades de conmemoración de la muerte y santo entierro de Cristo por la orden de Santo Domingo de Guzmán en ambos lugares, respectivamente, en los siglos XVI y XVII.
En la actualidad, todas las cofradías, hermandades y asociaciones de pasión en Guatemala poseen estandartes que simbolizan su adhesión a la Iglesia católica y su poder en los procesos de evangelización porque denota su presencia y su concreta existencia presta a la defensa de la fe católica. El hecho de que un estandarte o una serie de ellos abra un cortejo procesional, corresponde a la simbología de llegada del cristianismo que se dispone a llevar adelante su proceso de evangelización, tomando un espacio definido para ello (puede ser la calle), para representar la trascendencia histórica de la Iglesia en la construcción dominante de idearios. Así, el estandarte es la representación de la cofradía, de la hermandad o de la asociación, como una bandera o lábaro en el cual convergen todas sus dignidades y simbología necesarias para consolidar su presencia en las mentalidades de quienes observan un cortejo procesional. En el estandarte es posible colocar condecoraciones que ha recibido la entidad, tal es el caso de muchos de ellos, siendo particular el de la Hermandad del Señor Sepultado de Santo Domingo que posee más de una veintena de medallas y distintivos que la organización ha obtenido a lo largo de su existencia.
Por ello es que un estandarte de cofradía, hermandad o asociación de pasión está elaborado, por lo general, con tela especial, muchas veces con bordados en hilo de oro o plata, con el rostro de la imagen de culto devocional central o su cuerpo entero, ya sea labrados con hilados muy finos, en relieve o pintados por artistas de alto nivel. Un ejemplo de este último caso es el de los estandartes de la procesión del Niño Jesús Nazareno de la Demanda y de Jesús Nazareno de la Merced –ambos pertenecientes a la parroquia de Nuestra Señora de las Mercedes de la Ciudad de Guatemala- y de Jesús Nazareno del Consuelo del templo de la Recolección –también en la ciudad capital- pintados por el artista Luis Alberto de León en técnica especial de pintura en tela, constituyéndose en joyas del siglo XX para la devoción de imágenes barrocas y neoclásicas, respectivamente. Otros estandartes llevan solamente el escudo de la cofradía como su distintivo central, siendo ejemplos el de la Asociación de Jesús de Candelaria, la Hermandad del Señor Sepultado de Santo Domingo o la Hermandad Cruzados de Cristo del templo del Calvario.
Por los niveles de representación simbólica a los que nos hemos referido, la estructura que sostiene la tela del estandarte es de metal cromado, dorado o de madera preciosa. Muchos poseen una cruz en la parte superior, sustituyendo a la antigua lanza de los estandartes y pendones utilizados por ejércitos cristianos en batallas. No se trata de símbolos pequeños, sino de representaciones monumentales de la existencia de una cofradía, lo que le confiere al culto devocional de una imagen determinado grado de esplendor. Inclusive, asociaciones que no poseen muchos recursos económicos en relación a otras que organizan procesiones grandes, poseen estandartes que son portados de manera cuidadosa y algunas veces han sido encargados a artistas especializados para su hechura o restauración. Un claro ejemplo de lo anterior es el de la procesión de Jesús Nazareno del Desamparo, de la parroquia de la Divina Providencia en el antiguo barrio del Guarda Viejo, en la actual zona 8 capitalina, que recorre las calles aledañas el Quinto Domingo de Cuaresma, considerado por muchos devotos como uno de los estandartes mejor elaborados de la Cuaresma y la Semana Santa guatemaltecas.