EL SIGNIFICADO DE LOS SíMBOLOS EN SEMANA SANTA


Eduardo Dí­az Reyna

Universidad de San Carlos de Guatemala La universalidad del cristianismo y la riqueza del simbolismo que le caracteriza han hecho que los cristianos católicos absorban numerosos sí­mbolos para fortalecer su fe, en el entendido que la fe más pura no necesita de sí­mbolos. Sin embargo, para la celebración de la cuaresma en Guatemala, y especialmente en los adornos que decoran las procesiones y altares en las iglesias, los sí­mbolos que vamos a anotar a continuación están siempre presentes y ayudan a fortalecer la fe de los católicos.


John Baldock publicó hace algunos años un texto denominado «El Simbolismo Cristiano – Qué es, cuál es su finalidad y cómo desentrañar su lenguaje». En esta oportunidad hemos creí­do importante recoger algunos de estos sí­mbolos que Baldock ha estudiado y para que los católicos que asistan a las procesiones y visiten altares en los templos puedan tener alguna referencia de los sí­mbolos que se utilizan en esta época y conozcan el valor y la importancia que se esconde a través de cada representación simbólica.

Aceite: La unción con aceite significa una consagración o dedicación a Dios, lo cual confiere gracia y sacraliza la persona u objeto ungido. El aceite también se usaba para curar, como en la Parábola del buen Samaritano: «Pero un samaritano… fue hasta él y le curó las heridas, derramando en ellas aceite y vino» (Lucas 10:30-37). El aceite que se usaba, por lo general, era aceite de oliva.

Agua: La fuente de la vida -un sí­mbolo universal y complejo-. La mezcla de agua y de vino, la sangre de Cristo de la Eucaristí­a, puede tomarse como representación de la unión invisible de la humanidad y el Espí­ritu divino en Cristo. Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento abundan los acontecimientos o los milagros en los que está implicada el agua, y que sirven para poner de manifiesto la actuación en el mundo de la presencia invisible y misteriosa de Dios.

íguila: La reina de las aves; un sí­mbolo de la Ascensión, y de Cristo. El águila tení­a fama de ser capaz de mirar directamente al sol, sin desviar la mirada. Enseñaba a sus polluelos a hacer lo mismo, rechazando a los que fallaban. En este sentido, representa a Cristo que, a través de la fe, eleva a sus seguidores a la contemplación de Dios, la fuente de la Luz Divina. Los que no tienen fe suficiente caen de nuevo en el mundo. Gracias a su agudeza visual, el águila puede ver un pez en el agua y lanzarse en picado para arrancarlo de la misma. Del mismo modo, saca Cristo al hombre del caos del abismo. El águila, sujetando una serpiente entre sus garras o en su pico, representa el triunfo de Cristo sobre las «fuerzas oscuras» del mundo. También es el atributo simbólico de San Juan el Evangelista.

Alfa y Omega: «Alfa» y «Omega» son la primera y última letras del alfabeto griego. «Yo soy el Alfa y la Omega», dice el Señor Dios, quien es y quien fue y quien será el Todopoderoso (Apocalipsis 1:8). Cristo repite estas palabras hacia el final de la visión apocalí­ptica: «Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último, el principio y el fin» (Apocalipsis 22:13).

íncora (ancla): «Tenemos ésta como segura y firme áncora del alma, una esperanza que entra en el santuario interior detrás del velo, adonde Jesús entró como precursor por nosotros…» (Hebreos 6:19). El áncora significa la esperanza y la salvación del hombre, el «puerto seguro» que halla en Cristo. El áncora y el delfí­n combinados representan a Cristo en la Cruz.

Buey: Sí­mbolo de sufrimiento, de paciencia y de sacrificio. Es el atributo simbólico de San Lucas.

Caí­da: La Caí­da o Expulsión del Paraí­so representa la aparente separación del hombre de Dios, su Creador.

Calavera: La mortalidad del cuerpo fí­sico del hombre. De acuerdo con la leyenda, el Gólgota -el Lugar de las Calaveras- es donde estaba enterrada la Calavera de Adán.

Cáliz: La copa en la que se bebió el vino, la «Sangre de Cristo», en la íšltima Cena. El cáliz aparece también recogiendo la sangre que brotó de la herida en el costado de Cristo durante la Crucifixión -un sí­mbolo de la Eucaristí­a y de la Redención del hombre-. Además simboliza cuánto anhela el corazón llenarse con vino de la Viña Verdadera.

Candelabro: La Divina Luz que ilumina la oscuridad del mundo. Cristo como la Luz del Mundo. Se puede considerar que los dos candelabros sobre el altar representan la doble naturaleza de Cristo (humana y divina) que se unifica en la cruz situada entre los dos.

Cardo/Espino: Ambos representan el sufrimiento, el dolor, la pesadumbre y la pena, que es lo que el hombre cosecha cuando transgrede el mandato de Dios: «Por ti será maldita la tierra… te dará espinas y cardos» (Génesis 3:17-18). La Corona de Espinas, uno de los sí­mbolos de la Pasión de Cristo, significa «los pecados del mundo» que redimió a través de su Muerte y Resurrección.

Cordero: Sí­mbolo de Cristo: «He ahí­ el Cordero de Dios» (Juan 36). El cordero de la Pascua (o Paso) judí­o conmemoraba el fin de la esclavitud de los israelitas en Egipto gracias al Señor; la sangre de un cordero con la que se marcó el dintel de las puertas garantizaba su salvación (í‰xodo 12:1-3). La salvación de todos los hombres es posible gracias a la sangre derramada en el sacrificio de la Cruz por Cristo, el nuevo Cordero Pascual. Por consiguiente, el Cordero es un sí­mbolo del Cristo vivo y resucitado: «… el Cordero fue degollado…» (Apocalipsis 5:12). La temprana imagen cristiana de Cristo llevando un cordero representa al Buen Pastor cuidando de su rebaño.

Cruz: La Crucifixión. La salvación/redención de la humanidad a través de la Muerte y la Resurrección de Cristo. Para el hombre, la muerte en la cruz representa la «muerte» de su antiguo ser para poder encontrar una nueva vida: «Si alguien quisiera seguirme, que se niegue a sí­ mismo y tome su cruz y me siga…» (Mateo 16:24-25).

Desierto: Un lugar yermo y desolado que simboliza una etapa en la búsqueda errante de Dios por el hombre. Los israelitas fueron guiados a través de este desierto en su viaje desde «Egipto» hasta la «Tierra Prometida».

Entrada: La entrada o acceso comparte el simbolismo de la Puerta -al igual que Cristo es la «puerta», la Virgen Marí­a es la «entrada al cielo».

Escaleras/Peldaños: Significa ascensión, en el sentido material o espiritual, de un nivel a otro. Por esta razón, un lugar de devoción, o una zona dentro del mismo como puede ser el presbiterio, suele estar elevado por encima del nivel del suelo, y para llegar allí­ es preciso subir un tramo de escalera. Las escaleras y los peldaños comparten el simbolismo de la escala.

Estrella: Sí­mbolo relacionado con la Luz Divina. La estrella de la Natividad anuncia el nacimiento de Cristo, la Luz del Mundo.

Flor: La flor es al mismo tiempo causa y efecto, la culminación y el comienzo, lo «engendrado» de la planta y el «engendrador» de la semilla de la que crece la planta.

Fuego: El fuego es un sí­mbolo ambivalente que representa tanto la destrucción como la regeneración: las «llamas del Infierno» o las «lenguas de fuego» del Espí­ritu Santo.

Gallo: Un sí­mbolo de custodia y vigilancia que suele representarse en la veleta que remata la aguja de la iglesia: «Vigilad, pues -porque no sabéis cuándo vendrá el amo de la casa, si por la tarde, si a medianoche, si al canto del gallo, o por la mañana, no sea que viniese de repente y os halle dormidos» (Marcos 13:35-36).

Grial: De acuerdo con la leyenda, el Santo Grial es o bien la fuente en la que se sirvió el Cordero Pascual en la íšltima Cena, o bien la copa o cáliz con el cual instituyó Cristo la Eucaristí­a. José de Arimatea recogió en él la sangre derramada por Cristo en la Cruz. Es el objeto central de la «Búsqueda del Santo Grial» de la Edad Media, que combina el simbolismo cristiano con el simbolismo celta en la saga mí­tica de la búsqueda humana de la Gracia de dios y la vida eterna.

Halo: Un cí­rculo, reproducido por lo general bajo la forma de una luz dorada, que significa la divinidad o la santidad de una persona. El halo de Cristo suele contar además con la Cruz.

Libro: La palabra de Dios. Representa asimismo el aprendizaje autorizado o sabidurí­a. En la iconografí­a cristiana, un libro abierto a menudo revela una profecí­a o sentencia relevante.

Lirio: Como su nombre implica, el lirio blanco Madona es un sí­mbolo de la Virgen Marí­a o, lo que es lo mismo, el estado de pureza y de castidad que se le atribuye.

Luna: El principio femenino, receptivo, en contraste con el sol que es el principio masculino, activo. La luna es un sí­mbolo de la Virgen Marí­a, mientras que el sol es un sí­mbolo de Cristo. Cuando aparecen juntos la luna y el sol, representan simultáneamente dualidad y la unión de los contrarios.

Luz: El poder de iluminación de la Divina Luz que penetra en la «oscuridad del desconocimiento». La luz, en sí­ misma sin forma, da forma, y por consiguiente significado, a lo que emerge de la oscuridad, del abismo informe (Génesis 1:1-2). El hombre busca «iluminación» para su propia vida, y es Cristo, «la Luz del Mundo», el que trae al hombre un significado y una comprensión nuevas del mundo y de esta vida.

Manto: El manto sin costura o túnica de Cristo (Juan 19:23-24) contrasta con el velo del templo, desgarrado en dos partes en el momento de su muerte (Mateo 27:51). Se puede interpretar que representa la unidad del «cuerpo» de Cristo.

Mar: Las aguas primordiales o las aguas de la vida, que se cruzan sin peligro bajo la guí­a de Dios, pero que engullen a los que ignoran el propósito divino; por ejemplo: El Diluvio y el arca de Noé; las aguas del Mar Rojo que se separan para permitir que los israelitas las cruzaran a pie enjuto, y que se vuelven a juntar ahogando los ejércitos egipcios (í‰xodo 14:16-31).

Mariposa: Simboliza la Resurrección a causa de su ciclo vital, al que emerge desde una crisálida para a continuación echarse a volar.

Nave: En los Evangelios abundan los barcos que cruzan de una orilla a otra el mar de Galilea. Un barco o nave es un naví­o simbólico para cruzar sin peligro el mar o las aguas de la vida. La nave, que es el cuerpo central del edificio de una iglesia, ha tomado su nombre de la palabra latina navis, que significa nave.

Olivo: La rama de olivo es un sí­mbolo de paz. La paloma regresa a Noé llevando «en su pico una hoja de olivo recién cogida» (Génesis 8:12).

Palma: Un sí­mbolo de martirio, de triunfo sobre la muerte, y de la entrada de Cristo en Jerusalén.

Paloma: «Y Juan dio testimonio: «Yo he visto el Espí­ritu descender del cielo como paloma…»Â» (Juan 1:32). La presencia del Espí­ritu Santo, especialmente en las escenas de la Encarnación o Anunciación, del Bautismo de Cristo y de Pentecostés, está representada por la paloma simbólica.

Pan: El pan, como el vino, se produce mediante un proceso que transforma los ingredientes originales, significando la transformación del hombre de su estado crudo, fí­sico, en un ser espiritualizado.

Piedra: Un sí­mbolo ambivalente. La piedra, como la roca, en tanto que materia sólida e inanimada, representa la estabilidad de un fundamento seguro. Jesús es «la piedra misma que rechazaron los constructores» y que se ha convertido «en la piedra angular» (Marcos 12:10).

Pilar/Columna: En muchas tradiciones, el pilar simboliza el eje del mundo o el árbol cósmico que une y separa simultáneamente el cielo y la tierra. Cuando los israelitas salieron de Egipto para dirigirse a la Tierra Prometida: «… el Señor iba delante de ellos de dí­a en columna de nube para guiarles en el camino, y de noche en columna de fuego para alumbrarles, de manera que pudieran viajar de dí­a y de noche» (í‰xodo 13:21-22).

Rey: Dios es «el Rey de Reyes». El rey es el gobernante supremo de su reino, así­ como un sí­mbolo de dominio espiritual y/o temporal.

Ruinas: En el arte cristiano figuran a menudo ruinas en escenas de la Natividad a modo de sí­mbolo de la Antigua Alianza (el judaí­smo) de la que procede el fundamento o piedra angular de la Nueva Alianza (Cristo). Una interpretación alternativa es que las ruinas representan el estado «caótico» del hombre que se redime mediante la llegada de Cristo.

Sangre: La sangre significa sacrificio y también la fuerza vital fí­sica que, transformada en vino por el sacrificio de la Crucifixión de Cristo, se convierte en fuerza vital espiritual: «Porque… mi sangre es verdadera bebida» (Juan 6:55).

Serpiente: Un sí­mbolo ambivalente. A causa de la Tentación y de la Caí­da, la serpiente es sinónimo de Satán, de maldad, de oscuridad y de informes fuerzas activas en el mundo. Simboliza el engaño, y podrí­a decirse que la serpiente representa todo cuanto parece separar al hombre de Dios: «Esa antigua serpiente, llamada el Diablo y Satanás, el embaucador de todo el mundo» (Apocalipsis 12:9).

Sol: El radiante esplendor de Dios; la Luz Divina. Cristo «el sol de justicia que se levantará trayendo en sus alas la curación» (Malaquí­as 4:2).

Uvas: Pueden intercambiarse con el simbolismo de la viña y del vino. A lo largo del proceso de elaboración del vino (cosecha, triturado y fermentación), las uvas se transforman en vino, simbolizando la transformación espiritual del hombre.