«El sida es un castigo de Dios»


Marco Tulio Martí­nez, consultor de Plan Internacional, da a conocer resultados del estudio sobre estigma de personas que viven con VIH en Escuintla, Santa Rosa e Izabal.

El 40% de los entrevistados para un estudio que midió la percepción que se tiene sobre las personas que viven con VIH, en los departamentos de Escuintla, Santa Rosa e Izabal, consideran como «un castigo de Dios la enfermedad», aseguró Marco Tulio Martí­nez, coordinador de la investigación.

Ligia Flores
lahora@lahora.com.gt

El diagnóstico se efectúo entre cinco grupos, entre los que destacan los padres de familia, quienes en su mayorí­a tienen la percepción negativa sobre la enfermedad, ya que consideran la epidemia como algo propio de los grupos de mayor riesgo como los homosexuales, trabajadoras del sexo o las personas que tienen adicción con las drogas.

«Las personas todaví­a no comprenden que el VIH se puede transmitir por una transfusión sanguí­nea, o de madre a hijo durante el embarazo, por ejemplo», dijo Martí­nez.

A raí­z de ello, los padres no permiten que sus hijos e hijas se relacionen con personas que viven con la infección, «no les permiten dar la mano, jugar con ellos, o usar los mismos sanitarios», afirmó el investigador.

También se evidenció que los niños todaví­a creen que el mosquito es transmisor del VIH, y más del 20% preferirí­a que quienes viven con la enfermedad estudien en una escuela distinta a la suya. A pesar de ello, el 38% aseveró que estarí­a dispuesto a darle amor, respeto y compañí­a a una persona que vive con el virus.

Sin derecho a la confidencialidad

El estudio mostró que los padres de familia también consideran inexistente el derecho a la confidencialidad en cuanto al diagnóstico del VIH. «Conciben que se tiene que revelar, lo cual determina que la enfermedad es percibida como un problema social, no como uno sanitario», dijo el entrevistado.

Docentes con mayor conciencia

No obstante, las respuestas de los docentes varí­an, ya que el 78% de ellos no aceptarí­a que las niñas y niños que padecen la enfermedad, por ejemplo, reciban instrucción especial o distanciada de los otros infantes.

Asimismo, el 87% de los profesores afirmó estar en desacuerdo en que las personas que viven con VIH o SIDA sean alejadas de la comunidad por seguridad del resto de los habitantes. El 92.3% aseveró que esta población tiene el mismo derecho a la vida que quienes no viven con la enfermedad y el 57% asegura que se les debe permitir trabajar, independientemente de su condición.

«Esto se debe a que ellos han recibido capacitaciones y están más conscientes», sugiere el documento.

El estudio se efectúo en 178 comunidades de los departamentos de Escuintla, Santa Rosa e Izabal, con padres y madres de familia, estudiantes de nivel primario, jóvenes no escolarizados, docentes, y personal sanitario en centros y puestos de salud.

La información fue recogida durante el primer semestre de 2007, en los tres departamentos donde la organización Plan Internacional, quien financió la investigación, tiene presencia.

Atención inadecuada

Hasta la fecha, la atención que se brinda a esta población es biológica, advierte el experto, «se enfoca sólo en la enfermedad, no en el desarrollo que viene después; una persona con VIH comienza una vida, no la termina», asegura.

Por tal razón, una de las recomendaciones que hace es que los métodos y las prácticas de prevención requieren de un redoblado esfuerzo para aumentar su conocimiento y uso, «los resultados podrí­an mejorarse a través de una mayor divulgación con equipos básicos de salud pertenecientes a cada comunidad».

40

por ciento

de los padres consultados, consideran que el sida es un castigo divino