El viejo estereotipo se aplicaba a la mujer para presentarla como el sexo débil y esa concepción ha perdurado en la cultura guatemalteca que acusa fuertes resabios de machismo. Sin embargo, las últimas décadas nos han mostrado que la mujer muchas veces asume posiciones mucho más definidas, terminantes y comprometidas que los hombres y de esa cuenta hay que descartar aquel estereotipo.
Casos como el de Rosalina Tuyuc en su lucha por el resarcimiento, Nineth Montenegro en el combate a las desapariciones forzadas, Helen Mack y su tenacidad contra la impunidad y la existencia de aparatos clandestinos, Rigoberta Menchú en la denuncia de la opresión a la mujer indígena, para no citar sino unos cuantos casos paradigmáticos a los que se pueden sumar muchos más de mujeres que han destacado en la política, en las ciencias, en las profesiones liberales, en la formación de las nuevas generaciones de guatemaltecos tanto en el papel de madre como en el de educadoras, son muestra fehaciente que la mujer es hacedora gracias a su tenaz empeño.
Y hoy el Tribunal Supremo Electoral de Guatemala inaugura una era distinta cuando no sólo está presidido por una mujer, sino que la mayoría de sus miembros titulares pertenecen a ese género que se ha convertido en sinónimo de fuerza. Una entrevista con la Magistrada Presidenta del tribunal nos indica que podemos también inaugurar una era en la que se plantearán compromisos para avanzar en la democratización, no sólo administrando en mejor forma los procesos electorales, con renovación de los cuadros encargados, sino también con la búsqueda de mecanismos de transparencia en el ejercicio de los derechos políticos.
Las integrantes del TSE tienen, por supuesto, una enorme responsabilidad porque obviamente en nuestro medio machista habrá muchos que apostarán a su fracaso y con él todo lo que tenga que ver con el avance y consolidación del feminismo en la conducción de las cuestiones nacionales. Pero tomando en cuenta antecedentes como los que puntualmente señalamos y otros tantos que se pueden encontrar en la vida cotidiana y en todas las esferas de la vida académica, profesional, política y familiar, se puede decir que la mesa está servida para que este paso sirva, además, de inicio al rescate del prestigio del Tribunal Supremo Electoral con el agregado de que no sea simplemente un aura derivada de la personalidad de sus miembros, sino producto de sus acciones concretas.