El sesenticinco aniversario del INMN


A su sesenticinco aniversario arribó el Instituto Normal Mixto del Norte, Emilio Rosales Ponce, ciudad de Cobán, con cuatro tí­tulos honrosos que lo enaltecen. Con fecha 4 de junio de 1945 tuvo reapertura triunfante, en medio del júbilo regional y elementos integrantes, equivalentes a su tercera época de funcionamiento trascendental en el orden educacional.

Juan de Dios Rojas

Cómo pasa el tiempo, «cómo pasa la vida…» según el connotado poeta español Jorge Manrique en su famoso verso: Doloras. Cuántas promociones han desfilado bajo tu alero triunfante y egresado para integrar el gremio docente. Siempre he deseado talvez hasta febrilmente la existencia de un historial al respecto que recoja tus vicisitudes y logros fundamentales.

Te recuerdo con dulce nostalgia a lo largo y ancho de mi existencia de adulto mayor; tienes en mi mente y mis sentimientos lugar cimero, siempre latente, mientras el Divino Creador haga posible esa condición anhelante. Diversos motivos y situaciones de un ayer ya lejano obran el prodigio de brindarme con poder tantas y tantas vivencias que habitan en mí­.

Si acaso no mucho me recuerdas, te ofrezco pistas necesarias, con miras a este propósito. Entre ellas que conformo los grupos fundadores en su tercera época. En concreto constituyo parte de la segunda promoción (1946-1950). Evoco constantemente aquellos inicios con rostro vivo de entrega, interés superlativo por aprovechar todo de lo mí­nimo de nuestros recursos.

Formamos una auténtica comunidad educativa, donde tuvo protagonismo el intercambio amistoso, habida cuenta que con mi promoción se fundó el primer internado con alumnos becados de Petén, las Verapaces e Izabal. Esto durante la administración del doctor Juan José Arévalo Bermejo y su ministro de Educación, licenciado Manuel Galich López, el llamado «Verbo de la Revolución».

Nuestro primer director, profesor de generaciones el ilustrado y maestro profesional y de vocación, í“scar A. Sierra I, de gratí­sima recordación. En estrecha colaboración de profesorado de la vieja guardia. Sobresalieron entre otros los hermanos Juan José y Jorge Guerrero Sierra, Samuel Hoenes, Enrique Figueroa, Ricardo Reyes, Adrián Zelaya y muchos más.

Los consideramos auténticos paradigmas tanto a nuestro paso por aquellas aulas motivadoras de saudades permanentes y posteriormente cuando enfrentamos la noble tarea magisterial en diversos sitios del paí­s. Fuiste a manera de un í­cono que dirigió muy bien los pasos de despegue, deseosos de nunca equivocar el rumbo que el destino nos posibilitó.

En virtud de ser un número que lejos de significar cantidad, sí­ calidad, tuvimos facilidad de conocernos fácilmente, alumnos y alumnas empeñados en magnificar a toda costa los ideales sustentados en retribución a Guatemala y nuestros seres queridos, quienes viabilizaron la senda, sin necesidad tampoco de conseguir el patrocinio de la histórica lámpara de Diógenes.

Gozas de lugar cimero y recurrente, en el ámbito de remembranzas que se acumulan en desfile triunfal, con disculpas del poeta nicaragí¼ense Rubén Darí­o, al paso de Cronos y de Eros también. El desaparecido edificio de la calle Minerva con su arco de buganvilias al término de las gradas que daban acceso emotivo al plantel, antigua casa de Ubico.

El bello jardí­n al fondo, con nuestro esfuerzo fí­sico transformamos en pista de básquetbol, escenario de reñidas competencias interaulas y a la vez con rivales de enjundia. Lugar preciso y apropiado para solaz y estudio personal cuando la tarde languidecí­a, postal de intenso colorido complementado con la humedad, chipi-chipi y a veces socorridos con celajes de maravilla.

Quizás tenga mucho que ver el hecho que nuestra juventud en tu regazo empezó a refulgir intensamente. En tropel acuden dichosos recuerdos vividos en tus brazos, querido Instituto Normal Mixto del Norte. De mi persona el compañero Carlos Spiegeler Noriega, a modo de psicoanálisis solí­a enfatizar sin lastimar mi dignidad: el «endeble y delicado caballero». Salud INMN.