El sentido de lo bello en Stalin


Me parece que los seres humanos desarrollamos un  sentido estético, una especie de brújula o sensibilidad con el mundo que nos permite apreciar las cosas.  Es decir, el reino  que aparece a nuestros ojos no nos es indiferente, lo estimamos o lo despreciamos, sin remedio.  Es este rasgo de nuestro carácter el que induce a algunos  a pensar que somos  no sólo  animales racionales,  sino  también (o sobre todo) animales estéticos. 

Eduardo Blandón

Lo nuestro es la percepción de la  belleza.  Andamos por el mundo juzgando, admirando y sintiendo esos elementos que  eventualmente nos hacen suspirar o sentir asco.  ¿Con qué criterios?,  ¿bajo qué circunstancias?  Aquí­Â  tiene que ver mucho la educación recibida, las condiciones históricas y la natural sensibilidad de cada uno.  No todos tenemos desarrollado el mismo paladar estético. 

Hay paladares y paladares. Hablemos del sentido del gusto  de Stalin, por ejemplo, aprovechando un artí­culo con el que me tropecé el otro dí­a.  Resulta que en una exhibición de pinturas realizada en Moscú la semana pasada, se pudo apreciar el daltonismo  estético de ese hombre controversial no sólo en el ámbito polí­tico.  Parece ser que el gobernante ruso era amante de escribir  sobre las pinturas y hacer comentarios vulgares o, como mí­nimo  superficiales, en ellas.  Echemos un vistazo.

«No te sientes con el culo desnudo en la piedra. Ve al Komsomol  (juventudes comunistas) o  a la rabfak (universidad obrera)».  Escribió el poderoso hombre ruso con lápiz rojo junto a la imagen de un muchacho desnudo de Valentin Serov (1861-1911).  Y abajo en lápiz negro: «Denle calzoncillos al chico».  Un hombre con un gran sentido estético, ¿no? O al menos gracioso (según él).

«Â¿Por qué estás tan flaco Mijail Ivanich? /Trabajo/ El anonismo (por onanismo) no es trabajo /Dedí­cate al marxismo. Je je/».  Este comentario en rojo acompaña la figura de un anciano, cuyos genitales han sido contorneados por el mismo lápiz.  Sin duda es una hermosa  observación, ¿no?  Revela lo pulido de su educación frente a lo artí­stico.

Junto a la imagen de un fornido  modelo masculino, Stalin  escribe: «Pelirrojo bribón Rádek, si no hubieras orinado  cara al  viento, si no hubieras sido malo, estarí­as vivo».  El texto alude a Karl Rádek, uno de los autores de la constitución de 1936, procesado en 1937 y asesinado en la cárcel por agentes del KGB en 1939.

Citemos el último cuadro con comentarios «graciosos» de Stalin.  En un dibujo de Valentin Serov, en el que se ve una mujer yaciendo en el suelo y un hombre de pie rascándose la cabeza en actitud dubitativa, se lee el texto: «Â¡imbécil!» Se olvidó completamente de qué hacer».  «Un idiota pensativo es peor que diez enemigos»,  reza otro texto.

El caso de Stalin nos confirma que  efectivamente somos animales estéticos, pero en algunos individuos, no hay duda, prevalece más lo primero que lo segundo.  Que no sea éste nuestro caso.

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