Esta mañana, luego de que abrí mis ojos a la luz de un nuevo día, me di cuenta de que ante mí, tenía dos caminos completamente opuestos, cada uno con un destino diferente y un estilo particular de vivir.
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Uno me parecía fácil de recorrer, pues sólo requería de mí el que me levantara tarde, que me enojara por todo y que me limitara a ser un vegetal de la vida.
El otro, era un reto, ya que exigía de mi voluntad para empezar con vigor temprano por la mañana, optimismo para vivir con alegría, esfuerzo para trabajar con ganas, y amor para obsequiar a todos.
El primero era atractivo, el segundo, atemorizador; aquel solicitaba poco, éste lo pedía todo; uno me hacía un mediocre, el otro un campeón.
Entonces, me decidí por el último, y de inmediato sentí que Dios estaba a mi lado, para ayudarme a triunfar.