El secreto está en el pisto


Oscar-Marroquin-2013

Ayer publicamos las declaraciones de dirigentes políticos que tienen a su cargo el conocimiento del proyecto para la reforma política y fue evidente que el tema del financiamiento de los partidos no será objeto de modificaciones. Aunque sea bajo el pretexto de que el oficialismo es el que no quiere cambios, todos muestran su disposición a aceptar que siga la fiesta y nadie dice, siquiera para tapar el ojo al macho, que desafiará a los Patriotas en esa línea de seguir vendiendo al país al mejor postor desde la campaña política.

Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt


Yo sostengo que aquí no vivimos en democracia sino en pistocracia porque todo es del financista, para el financista y por el financista, sin que el pueblo toque pito o juegue algún papel en la cuestión. El secuestro del modelo democrático se produjo hace muchos años, pero se ha ido perfeccionando y apuntalando cada vez más, sin esperanza ni posibilidad de que haya cambio porque los que tendrían que decretar una reforma son los mismos que se benefician o esperan llegar un día al punto en que se puedan hartar con esa forma deleznable de hacer política. Pretender que los diputados que no representan al pueblo sino a sí mismos y a las camarillas que dirigen los mal llamados partidos políticos hagan un cambio profundo y positivo en el sistema de financiamiento de las campañas, sería como pedirles una colectiva inmolación, como un suicidio masivo que, por supuesto, no veremos jamás.
 
 Hoy en día, cuando uno platica de las condiciones del país se percibe en todos lados pesimismo y falta de esperanza, pero lo peor es cuando se llega al punto de lo que nos viene en las próximas elecciones. No he encontrado aún a nadie que note diferencia alguna entre los que se están promoviendo y todos sabemos que viene, en el mejor de los casos, más de lo mismo pero con enorme riesgo de que resulte algo peor porque, si nos atenemos a la historia, en el tema de la corrupción la espiral es incontenible.
 
 No hay ningún líder político que dirija un movimiento que se haya caracterizado por luchar contra la corrupción y por la transparencia. Por el contrario, de una u otra manera todos han sido parte del juego, parte del sistema que compromete los recursos nacionales para el pago de favores que son cada vez más caros, hasta llegar a ser leoninos.
 
 Y todos saben que, en este esquema, para llegar es preciso venderle el alma al diablo porque no hay otro camino, no existe otra ruta en medio de un electorado que ya aceptó la “validez” del sistema y que se conforma con lo que tiene. Romper el modelo demandaría un auditorio dispuesto a desafiar al sistema y eso no va con nosotros, los guatemaltecos, que preferimos seguir como estamos a tener que despeinarnos por un aire con remolino.
 
 Hay que agregar que el tiempo ha sido debidamente aprovechado por los que secuestraron la democracia porque se han adueñado de la institucionalidad del país y no tienen únicamente el control del mundo político, sino que han fincado reales en todos lados, desde el mundo empresarial hasta la administración de justicia, lo que hace imposible que se pueda avanzar con propuestas contra la corrupción porque la impunidad está más que garantizada.
 
 Es tal nuestra pobre condición que ya nadie se ocupa ni de taparle el ojo al macho. No hubo nadie que dijera que haría esfuerzos por corregir un sistema podrido y plantear alternativas que permitan sanear el ejercicio de la política. ¡Qué va! Con la mayor desfachatez defienden el financiamiento privado de las campañas que es, en verdad, el proceso de compra de favores que tiene de rodillas a la Nación.