Unos 4.3 millones de salvadoreños están convocados a las urnas este domingo para decidir si quieren continuar cinco años más con la derecha que gobierna el país desde hace cuatro lustros o se inclinan por un giro a la izquierda.
Los dos candidatos en liza, Rodrigo ívila, de la gobernante Alianza Republicana Nacionalista (Arena, derecha), y Mauricio Funes, por el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN, izquierda), tienen las mismas posibilidades de ganar en los comicios del domingo, según las encuestas.
La llave del color del próximo gobierno la tendrá el 20% de indecisos que, según las encuestas, todavía no saben por quién votarán el domingo.
La retirada de otros candidatos de pequeños partidos de la derecha favorece, en principio, al ex director de la Policía Nacional, Rodrigo ívila, quien ha realizado una impresionante remontada en las últimas semanas, socavándole el piso a Funes, tras liderar ampliamente durante meses las preferencias de voto.
Eso, y la machacona campaña del miedo que ha realizado la derecha, utilizando hasta la saciedad la imagen del presidente venezolano Hugo Chávez y su «Socialismo del Siglo XXI» para asustar a un país marcado por la guerra civil (1980-92) que se cobró 75 mil muertos, más de 7 mil desaparecidos y unos 1.570 millones de dólares en pérdidas económicas.
En varias ocasiones Funes se ha desmarcado del líder venezolano y de otros presidentes de una izquierda menos radical encarnada por el presidente brasileño, Luiz Inacio Lula da Silva, o la chilena Michelle Bachelet.
«La izquierda que tengo que representar es a la izquierda salvadoreña», dijo Funes ayer, antes de agregar que el FMLN ha «evolucionado» y se adapta a «las exigencias de los tiempos», dejando claro que ahora nada tiene que ver con el grupo guerrillero que luchó en la guerra para conseguir un cambio en la conservadora sociedad salvadoreña.
Tanto si el domingo gana el periodista Funes, de 49 años, como el ingeniero industrial ívila, de 44, ninguno lo tendrá fácil para gobernar.
Primero, porque dependerá de las alianzas, ya que ninguno de los dos partidos cuenta con mayoría absoluta en el Parlamento.
Pero sobre todo, porque la crisis internacional ha empezado a hacer mella en el pequeño país centroamericano de 5,7 millones de habitantes, de ellos el 35% en la pobreza y el 40% sin empleo o con trabajos precarios, a pesar de la bonanza de los últimos años, que ve cómo sus exportaciones a su principal socio comercial, Estados Unidos, se reducen.
La crisis también amenaza a las remesas que envían los casi tres millones de salvadoreños del exterior, y que apuntalaron el PIB (17%) con cerca de 4 mil millones de dólares en 2008.
Con un promedio de 12 homicidios diarios y la expansión de las pandillas juveniles, cada vez más violentas y vinculadas al narcotráfico, la seguridad será otra de las grandes «papas» calientes que le aguardan al futuro presidente a partir del 1 de junio, cuando asuma el poder.
Las puertas de los 460 centros de votación que albergarán 9.534 juntas receptoras de votos, ubicadas en los 262 municipios del país, se abrirán a las siete de la mañana y cerrarán a las 17:00 horas (horarios de Centroamérica) del domingo.
Para unos 40 mil salvadoreños que podrían llegar de Estados Unidos y de otros países a votar, el Tribunal Supremo Electoral (TSE) habilitará urnas en el capitalino estadio Jorge «Mágico» González.
El TSE espera ofrecer los primeros resultados a partir de las 20:00 horas (horario centroamericano).
Casi 20 mil agentes de seguridad y más de 200 observadores internacionales de la Unión Europea y la Organización de Estados Americanos (OEA) velarán por la seguridad y la limpieza de estos comicios, que por primera vez fueron separados de los municipales y legislativos, celebrados en enero.
La tensa campaña electoral para los comicios presidenciales del domingo en El Salvador cerró ayer con la actividad frenética de los dos candidatos en liza, en un intento de conquistar el voto de los indecisos, que serán decisivos ante el empate técnico que vaticinan los sondeos.
El domingo los salvadoreños votarán por el cambio o la continuidad que representan, respectivamente, el candidato del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN, izquierda), Mauricio Funes, y su rival Rodrigo ívila, de la derecha gobernante Alianza Republicana Nacionalista (Arena).
Hasta el último momento, la derecha, consciente de que por primera vez en los últimos veinte años puede perder el poder, ha seguido al pie de la letra su lema de campaña «Vamos con todo» y no ha dudado en enarbolar el factor del miedo a un gobierno de izquierda.
Para los estrategas de la campaña de ívila, una victoria del FMLN el domingo abriría la puerta al «Socialismo del Siglo XXI» que preconiza el presidente venezolano, Hugo Chávez, como ha ocurrido en la Nicaragua de Daniel Ortega, en la Bolivia de Evo Morales y, de forma mitigada, en la Honduras de Manuel Zelaya.
Tan presente ha estado Chávez en la campaña de Arena, que le ha llevado a decir al ex presidente de la Corte de Justicia, Domingo Méndez, que en El Salvador había «tres candidatos» por la competencia presidencial.
A la campaña se han sumado 46 congresista estadounidenses, quienes en una carta dirigida a la secretaria de Estado, Hillary Clinton, fechada el 4 de marzo y difundida ayer, le advierten de las «potenciales amenazas hacia nuestros intereses de seguridad nacional» en caso de victoria del candidato del FMLN.
En declaraciones publicada por el diario El Mundo, la congresista republicana de California Dana Rohrabacher asegura que «si el FMLN entra al gobierno en El Salvador, será urgente aplicar controles especiales al flujo de remesas desde los Estados Unidos a El Salvador, una suma actual de 4 mil millones anuales» y que suponen el 17% del PIB salvadoreño.
Funes respondió que espera que el presidente de Estados Unidos mantenga el Estatuto de Protección Temporal (TPS, por sus siglas en inglés) y no bloquee las remesas en caso de que resulte elegido en los comicios del domingo.
«Yo esperaría que el presidente Obama haga caso omiso de esa iniciativa que tiene el claro propósito de favorecer al partido Arena», enfatizó.
Además de evitar enfrentarse a Washington, el popular ex periodista de televisión y ahora candidato presidencial intenta distanciarse del presidente venezolano Hugo Chávez.
«La izquierda que tengo que representar es a la izquierda salvadoreña», dijo, antes de agregar que el FMLN ha «evolucionado» y se adapta a «las exigencias de los tiempos», al salir al responder qué modelo seguiría si llega al poder.
Funes prefirió centrar su campaña donde más le duele a Arena: en la incapacidad a lo largo de estos veinte años en el poder de resolver la extrema violencia y la enorme pobreza que carcomen al país.
A medida que las encuestas iban reduciendo la enorme ventaja inicial de Funes y subían los adeptos a ívila, la campaña ha ido adentrándose por los caminos de la tensión.
El último día de esta larguísima campaña, iniciada en noviembre, se vio empañado por varios hechos de violencia, que dejaron dos heridos de gravedad en las filas del FMLN y daños a vehículos de la caravana de Rodrigo Avila.
Ahora el temor de los candidatos es que se pueda manipular el voto de los salvadoreños. En total, más de 4,3 millones de personas podrán ejercer su derecho cívico el domingo.